Londres. Boris Johnson, premier británico, se disculpó ayer ante el Parlamento tras ser multado por la policía por incumplir las normas del confinamiento impuesto por la pandemia del covid-19, al afirmar que no sabía que una reunión de cumpleaños en plena pandemia infringía las reglas que él mismo estableció, y rechazó las exigencias sobre su renuncia.
El mismo día en que los opositores se aseguraron de que esta semana se vote si Johnson debe ser investigado por las acusaciones de que engañó al Parlamento al negar cualquier infracción, el gobernante admitió que ahora se daba cuenta de que se equivocó.
Johnson aseguró que en ese momento no se le ocurrió que infringía las normas. Según afirmó, el público tenía derecho a esperar estándares más elevados.
El líder laborista Keir Starmer instó a los legisladores a destituir a Johnson para “devolver la decencia, la honestidad y la integridad a nuestra política y detener la denigración de todo lo que representa este país”.
La presión para su dimisión, incluso de legisladores conservadores, disminuyó con la guerra de Ucrania, en la que ha tratado de desempeñar un papel principal en la respuesta de Occidente. Aunque un puñado de ellos ha repetido sus peticiones para que se vaya, la mayoría dice que ahora no es el momento.
Lindsay Hoyle, presidente de la Cámara de los Comunes, accedió a la petición de los partidos opositores para que se vote mañana si Johnson debe ser remitido a la comisión de privilegios para una investigación.
Según el código ministerial, declarar mentiras ante el Parlamento es un delito que debería conllevar la dimisión.