La acelerada digitalización que se derivó de la pandemia por covid-19 “ha corroborado que a medida que más mujeres y niñas se vuelcan a los espacios digitales, la ciberviolencia de género aumenta”, como un espejo que refleja las desigualdades estructurales de la sociedad, establece el estudio Ciberviolencia y ciberacoso contra las mujeres y niñas en el marco de la Convención de Belém do Pará.
Este análisis confirma la continuidad de la violencia de género fuera y dentro del Internet. “En un estudio realizado por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones, se identificó que la mitad de los responsables de violencia digital eran personas previamente conocidas por las mujeres víctimas”.
También se ha documentado que “77 por ciento de las víctimas de ciberacoso han experimentado al menos una forma de violencia sexual o física por parte de una pareja íntima, y que en 29 por ciento de los casos de violencia doméstica o de pareja el agresor ha utilizado un spyware o equipo de geolocalización instalado en dispositivos electrónicos de las víctimas”.
Además, 54 por ciento de los casos de ciberacoso implicaron un primer encuentro presencial y la mitad de las mujeres dijeron que “algo había sucedido en línea que las colocó en peligro físico”.
El informe de ONU Mujeres, la Iniciativa Spotlight y la Comisión Interamericana de Mujeres expone que “la ciberviolencia de género en contra de las mujeres y las niñas es todavía un campo relativamente inexplorado y sobre el cual se posan múltiples interrogantes”.
Destaca que la violencia en línea contra mujeres y niñas “tampoco ha sido analizada integralmente en el marco jurídico internacional de los derechos humanos ni totalmente integrada a las estrategias internacionales contra el cibercrimen, o para la prevención de la violencia de género, si bien se han realizado algunos esfuerzos importantes liderados inicialmente por la Unicef” con un enfoque en la niñez.
Asimismo, hace notar que las agresiones digitales con base en el género “casi nunca son enmarcadas en la violencia sistémica” que afecta a las mujeres y las niñas y, debido a la falta de consenso en torno a un concepto que defina las características de la violencia de género digital, “los pocos esfuerzos nacionales que se han desarrollado en la materia han sido parciales o incompletos”.
El escrito destaca que es una tarea necesaria y urgente la visibilización de esta creciente forma de violencia, así como en la definición de estándares sobre los alcances del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia digital en el contexto de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer o Convención de Belém do Pará.