En menos de veinticuatro horas, la narrativa 4T dio la voltereta a las proclamas de victoria que sus opositores presumían al consumarse el rechazo a la iniciativa presidencial de reforma eléctrica.
Ni siquiera habría sido necesario ligar en esta narrativa las nuevas medidas de control del litio con la previa sesión sobre electricidad, pues Morena y sus aliados tenían ayer, como en cualquier otro día de la legislatura en funciones, la posibilidad de aprobar por mayoría simple esas modificaciones a la ley minera que no implican cambios constitucionales.
Pero Palacio Nacional y las bancadas de Morena y conexos decidieron, con tino político, colocar el tema del litio como si fuera consecuencia o derivación de lo eléctrico, como si hubiese sido necesario “engañar” a los opositores con lo segundo, cuando lo primero ha estado desde siempre al alcance de la mayoría simple de Morena y asociados.
El resultado político fue notable pues, para efectos prácticos, el triunfalismo opositor fue rápidamente abollado y, además, los entusiastas del domingo tomaron la equivocada decisión de zafarse de la línea de pelea explícita este lunes y abandonaron la sesión legislativa para optar por una abstención que, siendo una decisión, en este caso significa también una confesión de renuncia a las mismas vías de pelea institucional que el domingo habían encomiado.
En peores condiciones, sin tener un antecedente “triunfal” como el de este domingo, opositores de otras épocas han seguido dando la pelea discursiva y procesal en las cámaras aunque los poderes dominantes impusieran aplanadoras numéricas o recurrieran a aceleradores como el llamado fast track, minero en este caso.
El hecho relevante del día, en todo caso, es que en este contexto de polarización máxima se produjo la aprobación de nuevas reglas en materia de litio que buscan, viendo hacia adelante, garantizar operativamente el interés nacional en cuanto a dicho mineral estratégico.
No es una nacionalización, pues en la Constitución está claramente establecido el dominio de la nación sobre esos recursos, pero sí es un muy importante paso en la ley reglamentaria de minería para impedir que a futuro, mediante concesiones a particulares, nacionales y extranjeros, se burle el interés popular y se beneficie a unos cuantos, como ha sucedido durante décadas.
En el horizonte legislativo, más allá del simbolismo dominical promovido por los opositores y el efectismo fulgurante del lunes con el tema del litio, queda la pregunta sobre la viabilidad de dos de las reformas constitucionales anunciadas por Palacio Nacional, la electoral y la de militarización confesa de la Guardia Nacional. Los choques secos de estos días podrían llevar a un endurecimiento reacio a negociaciones y a empantanar la vida legislativa hasta 2024.
Mientras tanto, el comandante empresarial de las algaradas tripartidistas denominadas Sí por México tuiteó ayer un instructivo a denominarse “Tres unidades”. Según Claudio X. González junior, comienzan a “dar réditos a México” los actos de “unidad al interior de los partidos de oposición, la unidad entre dichos partidos (sumando a MC) y la unidad de esos partidos con una sociedad civil + organizada/activa que quiere cambio en el 24. ¡LA UNIDAD ES EL CAMINO!”.
La unidad “al interior de los partidos” está por verse, sobre todo en el PAN, donde el calderonismo puja por más espacios, que no le dan, y donde el dirigente formal Marko Cortés es rebasado por cuadros con menos grisura. En el PRI, más allá de la gritería de Alito Moreno, están los intereses siempre canjeables de Rubén Moreira. En cuanto a “sumar al MC” a esa unidad claudista, bastaría ver que ayer el partido de Dante Delgado votó junto a Morena y aliados en lo general en el tema del litio, aunque luego, en lo particular, votó en contra. ¡Hasta mañana!
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