Mientras la guerra continúa su devastador curso, rusos y ucranios jugaron ayer la carta de la presión sicológica al difundir casi al mismo tiempo sendos videos en los que figuras simbólicas entre sus prisioneros piden ser liberados mediante un canje, pero quienes tendrían que tomar esa decisión se sienten maniatados por el impacto negativo que causaría a su imagen.
En el primer video Viktor Medvedchuk –magnate y líder de Plataforma por la Vida, el principal partido de oposición en Ucrania, el político más cercano desde hace decenios y compadre desde 2004 del titular del Kremlin, Vladimir Putin, quien es padrino de bautizo de su hija menor, Daria–, pide a los mandatarios de Ucrania y Rusia que acepten que él sea intercambiado por “defensores y habitantes” de la asediada ciudad de Mariupol.
“Yo, Viktor Medvedchuk, quiero pedir al presidente de Rusia, Vladimir Putin, y al presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, que consideren la posibilidad de que la parte ucrania acepte intercambiarme por defensores y habitantes de Mariupol, que al día de hoy (lunes) se encuentran ahí y no tienen la posibilidad de salir con garantías de seguridad por los corredores humanitarios”, señala Medvedchuk.
Con ello, puso en una situación incómoda a su compadre, quien a través de su vocero, Dimitri Peskov, apenas se supo que Zelensky publicó en las redes sociales su fotografía esposado y propuso intercambiarlo por “prisioneros de guerra”, condenó el pasado miércoles la detención del político ucranio, pero rechazó un canje al decir que Medvedchuk “político extranjero, no es ciudadano de Rusia y nada tiene que ver con la operación militar especial”.
Al mismo tiempo, la detención de Medvedchuk es un duro golpe para Putin porque es ampliamente sabido que son amigos muy cercanos y de forma sorpresiva logró eludir el arresto domiciliario, en espera de ser juzgado por alta traición, lo que hizo suponer a observadores de la política ucrania que fue liberado por un comando secreto ruso al ser considerado el candidato ideal de Moscú para ponerlo en lugar de Zelensky al frente de Ucrania, en caso de que éste hubiera dimitido o huido en los primeros días de la invasión.
La primera parte del plan funcionó, pero tras 48 días de estar escondido intentó huir y acabó de nuevo detenido cerca de la frontera con Moldavia, donde en la zona pro rusa de Transdnistria lo esperaba un avión para trasladarlo a Moscú.
Por eso, no es claro qué significan las palabras de Medvedchuk –dichas de modo voluntario o bajo presión de sus captores– acerca de su intercambio por “defensores y habitantes” de Mariupol. Se entiende que se refiere a la posibilidad de que salgan los casi 100 mil habitantes, de los 400 mil que tenía este puerto del mar de Azov, pero no es claro si se trata de los combatientes que aún resisten los ataques del ejército ruso o de los mil 500 soldados que se rindieron hace poco.
Ahora Putin tiene que sopesar si salvar a su compadre –que Ucrania no está dispuesta a entregar sin recibir a cambio un número significativo de prisioneros de guerra– y si lo hace cómo explicar a la población rusa que prefirió cambiar a un político extranjero que a sus propios soldados, también prisioneros de guerra que la propaganda oficial silencia, o renegar de una añeja amistad y lavarse las manos por no tratarse de un ciudadano ruso.
Presionar al premier
En ese contexto, apareció ayer el segundo video, en el que dos ciudadanos británicos, Aiden Aslin y Shaun Pinner, detenidos por el ejército ruso en Mariupol, solicitan a su primer ministro, Boris Johnson, negociar con el Kremlin un canje por Medvedchuk.
“Señor Boris Johnson, por lo que sé, Viktor Medvedchuk está detenido. Aiden Aslin y yo quisiéramos ser canjeados por él. Le estaremos agradecidos por su ayuda”, declaró Pinner en un video que difundió el canal de televisión Rossiya-1.
Agregó el prisionero: “Comprendo cuál es mi situación. Todo lo que puedo decir es que nos dan de comer y de beber. Le pido de todo corazón, en mi nombre y en el de Aiden, interceder para que nos intercambien por Medvedchuk”.
La esposa del político ucranio, Oksana Marchenko, solicitó lo mismo al inquilino de Downing Street hace unos días y también se dirigió ayer a Putin, su compadre (la idea de bautizar a Daria hace 18 años fue de ella, según reconoció Medvedchuk en una entrevista a la televisión rusa en 2019), a quien pidió hacer todo lo posible por liberar a su marido.
No se sabe si estos británicos llegaron a Ucrania como voluntarios o como mercenarios, pero cualquiera de estas circunstancias –consideran analistas de la política en Gran Bretaña– afecta por igual a Johnson, que quedaría mal si fuerza a Zelensky para que acepte intercambiar a dos británicos por una figura de la relevancia de Medvedchuk y tampoco quedaría bien ante su opinión pública, después de los escándalos por las borracheras en su residencia durante el confinamiento por la pandemia del covid-19, si nada hace para salvar a dos ciudadanos suyos.