Madrid. Veneciafrenia, la nueva cinta de Álex de la Iglesia, “desde la farsa y con tono grotesco” aborda en clave de terror un problema real que asola a muchas ciudades, el turismo de masas. “Tiene guiones espeluznantes”, asegura el director que inaugura The Fear Collection, nuevo sello de terror que puso en marcha con Sony Pictures y Amazon Prime Video.
En el guion, escrito por el cineasta con su colaborador habitual, Jorge Guerricaechevarría, se relata la azarosa historia de cinco turistas españoles (Ingrid García Jonsson, Silvia Alonso, Goize Blanco, Nicolás Illoro y Alberto Bang) que llegan a Venecia dispuestos a disfrutar los célebres y masificados carnavales. Pero una vez allí, tendrán que hacer frente a la ira de un grupo de habitantes que, cansados de ser ignorados, están decididos a acabar por cualquier medio con la gentrificación y la marabunta de turistas.
“El terror es perfecto para contar cosas sin que se note”, defiende De la Iglesia que, entre trajes de época, gritos de pánico, bufones asesinos y trepidantes persecuciones por bellos y a la vez siniestros decorados reales, enmascara un potente mensaje de denuncia social en un slasher con fuerte aroma a autores como Dario Argento o Lucio Fulci.
Es una cinta de suspenso y terror cuya trama, asegura, siempre será superada por la realidad, especialmente por la de los últimos dos años. “El día a día es lo que me da más miedo. La cotidianidad ha cambiado de guionistas y parece que pretenden un éxito inmediato con sus obras espeluznantes, pero la realidad es todo esto que estamos viviendo estos últimos años”, asegura en una entrevista concedida a Europa Press y asevera que lo que no era real era la “falsa sensación de estabilidad que hemos tenido siempre.
“Que las cosas vayan bien, que te levantes por la mañana y no haya problemas es una especie de simulacro generado para que consumamos y hagamos todo lo que tenemos que hacer para que, precisamente, esas empresas, o la sociedad en conjunto, funcione. Pero es una sensación falsa. La realidad es que estamos en manos de la naturaleza; todo puede cambiar en un segundo y no controlamos los mecanismos que hacen que esa naturaleza no se desboque”, expone el director y agrega que decidió hacer esta película cuando tomó conciencia de que él, que ha visitado varias veces Venecia, era “un turista más, uno de esos que destrozan la ciudad”.
Cataclismo en el agua
La palanca definitiva para convertir esa idea en película fue el contacto con el movimiento No Grandi Navi, movilización ciudadana que, tras años de lucha, ha conseguido alejar los cruceros y trasatlánticos de Venecia. “Los cruceros estaban provocando un cataclismo. Son como dos rascacielos pegados, una mole enorme moviéndose en un canal sin mucha profundidad. Aquello era el desastre: el nivel del agua subió en cinco años el doble de lo que había crecido en tres siglos, y todo por los cruceros”, explica De la Iglesia, que ha querido abordar esta problemática “desde el punto de vista excéntrico” que le permite el terror ya que, subraya, no quiere “ni hacer un documental ni dar lecciones a nadie.
“Esta no es una película manifiesto, es una cinta divertida que pretende entretener”, proclama, y define como “fascinante y a la vez siniestro” rodar en un lugar tan excepcional como Venecia en circunstancias también extraordinarias: la ciudad prácticamente vacía por la pandemia. “Es una oportunidad maravillosa, pero también fue complicado, fue un poco más difícil de filmar”. Es como si los enclaves hubieran sido “un inmenso decorado para nosotros”, pero también sufrió los problemas propios de rodar en un lugar donde “todo se mueve en bote”.
Ingrid García Jonsson y Silvia Alonso, protagonistas, aseguran que trabajar con un director tan exigente y tan técnico hizo que todo fuera “más intenso”.
“Todos veníamos de estar confinados y teníamos muchas ganas de ir a tope, y con Álex no te puedes relajar porque es Álex de la Iglesia y tienes que estar a la altura, no lo puedes defraudar”, apunta García Jonsson, quien destaca cómo a través del terror, al igual que con otros géneros, las películas pueden “engañar al espectador y, mientras lo entretiene, le cuenta en realidad algo más importante”.
Por otro lado, dice: “Espero que esta situación de bajón en las salas poco a poco se reduzca. Creo que aún tenemos mucho miedo a salir y eso afecta al cine. Cuando sea seguro totalmente estar sin mascarilla, iremos avanzando pero con las condiciones”, concluye.