El grito puso fin a cualquier duda y desnudó la intención revestida de palabrería: “¡Quieren robar, quieren robar!”
Alito manoteaba, gritaba, señalaba, abría tremendas fauces que le descomponían la bien restirada piel. De verdad parecía molesto, convencido de sus alaridos, pero más tardó en recoger el escript que una mano amiga le escribió, por los rumbos de la colonia Condesa, y dar la espalda al pleno, que en soltar la carcajada, como si todo lo dicho no fuera más que un chiste, una travesura.
Pese a todo, el dirigente priísta estaba inquieto, subía y bajaba de la curul, se sentaba, se ponía de pie, estiraba el cuello y miraba para un lado y otro en busca de la nada. Sabía que la guerra estaba perdida antes de iniciar la batalla y levantó un canto grotesco, como el graznido del cisne, para celebrar su derrota.
El fallo de la Suprema Corte al final de la primera semana del mes dejó a la CFE a salvo, porque será el gobierno el que revise cada contrato que se concedió a las firmas extranjeras, y esto traerá como consecuencia la cancelación de todos aquellos acuerdos fraudulentos que estén activos y se crearán espacios nuevos para la energía distribuida por la empresa nacional.
La diputada Aleida Alavez, una de las más clara expositoras en tribuna, nos explica que las firmas extranjeras podrán ir a paneles internacionales, pero que las cláusulas anticorrupción del capítulo 27 del T-MEC, dado que en este caso la ley aprobada en el gobierno de Enrique Peña Nieto, se obtuvo a partir de fraudes, por lo que no puede seguir existiendo.
Entonces, el arroz ya estaba cocido. Lo del domingo parecía una comedia de mentiras donde los mentirosos le mentían a los mentirosos, y unos y otros pretendían creerse sus engaños. La discusión parecía no tener ningún objetivo más allá de poner en evidencia, exhibir a un grupo que si no corrupto sí incapaz de diferenciar entre los intereses del país y los de las empresas trasnacionales. Cayeron en la trampa.
Un panista ubicado a espaldas del líder del PRI, que cabeceaba cada uno de los disparates que gritaba Alito, y que apenas chocó las palmas de las manos cuando el mismo Alito terminó su rosario de amenazas, hizo uso de la palabra y, sin mirar al frente, se retorcía para expresar cada frase, como si alguien le hubiera puesto sal en la espalda, pero además pedía a la mayoría que escuchara la demandas de la oposición que, por cierto, días antes ya habían sido aceptadas.
Total, algunos decían, estaban seguros de que no se pudo negociar nada para salvar la reforma. La vara no parecía muy alta. Hidalgo hoy y el estado de México el año que viene. Hasta ahora todo indica, según las encuestas, que el PRI perderá ambos gobiernos, pero la negociación no fue aceptada en Palacio Nacional. La soberanía no se podía poner en la mesa del mercado y la posibilidad de un acuerdo de ese tipo molestó a muchos en el Centro Histórico.
Total, si como se asegura en algunas trincheras el discurso de Alito no fue más que el canto del cisne, la recomposición de los partidos deberá acelerarse ya. No hay tiempo para recoger heridos ni para enterrar muertos. Ya no.
De pasadita
Muy pronto veremos qué pasa primero, o la justicia va e investiga a fondo la denuncia ciudadana que se presentó en contra del INE, o la Presidencia envía la reforma política de la que ya se ha hablado.
La supuesta o real ilegalidad de dos fideicomisos que ampara el órgano electoral será revisada a fondo. Al parecer la Auditoría Superior de la Federación estará encargada de tal trabajo, ojalá no se contagie del paso de tortuga que emplea la Fiscalía General de la República que no cojea, hace política.