La elección del 24 de abril en Francia, de segunda y definitiva vuelta, será crucial no sólo para ese país, sino para Europa y el mundo. De ganar Marine Le Pen, junto con su propuesta antiinmigrante y neofascista, cesará el equilibrio y la moderación que hoy el gobierno de Emmanuel Macron imprime en los principales conflictos mundiales, comenzando por la guerra entre Rusia y Ucrania.
Como se sabe, en las elecciones de primera vuelta los dos aspirantes mejor posicionados fueron el presidente Macron, con 27.6 por ciento de los votos, y Le Pen, de Reagrupación Nacional, con 23.4 por ciento. En tercer lugar, se ubicó el candidato de izquierda, Jean-Luc Mélenchon, con 22 por ciento.
Un dato que destaca es la pulverización de los partidos políticos tradicionales, que por décadas se alternaron el poder en Francia, los republicanos de centro-derecha y los socialistas de centro-izquierda: la candidata socialista Anne Hidalgo apenas se acercó a 2 por ciento de los votos, mientras Valérie Pécresse, la candidata republicana, alcanzó poco más de 4 por ciento.
Según los estudios demográficos inmediatamente posteriores a la contienda, Jean-Luc Mélenchon triunfó entre la franja más joven de votantes, Marine Le Pen en la adulta y Emmanuel Macron entre los jubilados.
Importa mucho ese estudio de preferencias electorales por cada segmento poblacional, ya que será decisivo el comportamiento de estos votantes de cara a la segunda vuelta, donde en especial los jóvenes tendrán que decantarse entre Le Pen y Macron.
El voto de la primera instancia dejó vigentes en la contienda a los mismos aspirantes de las elecciones presidenciales de 2017, con la diferencia de que ahora varias encuestas indican que muchos votantes de izquierda serán más reflexivos y no emitirán su sufragio por Macron en segunda vuelta solamente con el incentivo de evitar que la candidata ultraderechista llegue al poder. Se vislumbra un resultado mucho más cerrado que en la pasada contienda.
Respecto a los contendientes primarios, el ex candidato ultraderechista Éric Zemmour, quien alcanzó 7 por ciento de la votación con un discurso antiinmigrante idéntico al de Le Pen, ya pidió a sus votantes respaldar a la diputada de Agrupación Nacional. También anunció su apoyo a Le Pen el soberanista Nicolas Dupont-Aignan (que obtuvo 2.1 por ciento de los votos).
La candidata de extrema derecha, que ha continuado y profundizado la ideología chauvinista y xenófoba de su padre, el también ex candidato presidencial Jean Marie Le Pen, ha intentado ahora ampliar su franja de simpatizantes al denunciar la espiral inflacionaria que hoy afecta al mundo y de la cual Francia no es ajena. También ha intentado ganarse el voto de los pensionados, aprovechando la propuesta del presidente Macron de subir la edad para acceder a ese derecho social de 62 a 65 años, como lo han hecho ya otros países europeos.
Le Pen, al igual que otros líderes ultraderechistas, patentiza su xenofobia no sólo contra inmigrantes de otros continentes, sino contra nacionales de otros países de Europa, por lo que no ha ocultado su aversión a la unión continental, que ya sufrió un duro golpe con sus homólogos derechistas de la Gran Bretaña que hicieron posible, contra todos los pronósticos, el Brexit.
Francia es, junto con Alemania, por su PIB e historia, el país más importante de la UE, y aunque no está claro si Le Pen promoverá la salida de la UE, ha iniciado su embestida con la amenaza de medidas hostiles, como reducir 25 por ciento las contribuciones a ese organismo continental, como ya advirtió antes de la primera vuelta.
Hasta hace apenas unas semanas, los estudios de opinión perfilaban una victoria holgada para el presidente y candidato pro-Unión Europea, apuntalada en tres factores: una diplomacia activa que ha tendido puentes para una solución pacífica de la guerra en Ucrania, una fuerte recuperación económica, que tiene a Francia con la tasa más baja de desempleo (7.4 por ciento, la menor desde 2008) y la ventaja frente a una oposición fragmentada.
Pero justo por esta confianza en sus activos, hubo un ingreso tardío a la campaña, a lo que se sumó la propuesta de aumentar la edad de jubilación, una medida impopular pero necesaria ante un sistema de pensiones a punto de colapsar, por lo que se complicaron los resultados para Macron en la primera vuelta.
Para los expertos en política económica monetaria, de conseguir el triunfo la candidata ultraderechista, el euro podría sufrir una devaluación abrupta frente a otras divisas como el dólar.
Estamos ya en la fase final para definir quién gobernará la segunda economía más importante de la Unión Europea. Con el triunfo de Le Pen se perdería un factor de distensión global y se incentivaría el crecimiento de otras expresiones de ultraderecha neofascista más allá del llamado viejo continente. Es imperativo frenar cualquier amenaza a la civilización, la concordia y el respeto a los derechos humanos en todos los puntos cardinales.
* Presidente de la Fundación Colosio