Ciudad de México. “Su figura menuda emergió para desentrañar el rostro más tenebroso del Estado”, con sus organismos ilegales y criminales, “doña Rosario (Ibarra de Piedra) sacó a la luz ese aparato de terror en la búsqueda de su hijo”, evoca David Fernández, integrante de la comisión de la verdad para el esclarecimiento de la guerra sucia. “El Comité ¡Eureka! (que ella fundó) es la génesis de todos estos colectivos que hay ahora en búsqueda de miles de desaparecidos que, con todo su dolor, reclaman dignidad y justicia, acota Abel Barrera, también integrante de la citada comisión.
“De ahí venimos. Sus indagatorias iniciales fueron las fuentes primarias para documentar la represión. Doña Rosario, su esposo, fueron quienes investigaron dónde detuvieron a su hijo, a dónde lo llevaron, el Campo Militar. Su lucha y voz disruptora alimentaron los actuales movimientos de las víctimas, con su autoridad moral, su fuerza para hacer visibles a los pueblos, a los sin nombre, los olvidados. Eso lo entendió muy bien doña Rosario, por eso estuvo en todo el país”, agrega Barrera.
GALERÍA: Rosario Ibarra de Piedra, una mujer indoblegable que peleaba sin odio.
Ambos coinciden: la comisión de la verdad para la guerra sucia es un nuevo intento por esclarecer los excesos represivos del pasado, las responsabilidades de las fuerzas armadas y otras instancias como la Dirección Federal de Seguridad, que en un principio fue denunciada por Ibarra de Piedra.
“Ella abrió los ojos no sólo al tema de los desaparecidos, sino a revelar el autoritarismo y el aparato represor entonces llamado de procuración y administración de justicia que solapó a los perpetradores de la desaparición forzada. Su legado es de esperanza e impulso a la lucha, de continua denuncia. Ha sido penoso que haya muerto sin nunca haber encontrado a su hijo”, lamenta Fernández.
Subraya que Ibarra de Piedra fue clara en denunciar los excesos castrenses en la represión de aquellos años, la falta de colaboración del Ejército, la cual, subraya, prevalece hasta ahora con la comisión en donde participa activamente y que el próximo jueves presentará su programa de trabajo después de un intenso recorrido por el país, para reunirse con todos los colectivos. Entre ellos, destaca, las diversas expresiones estatales de ¡Eureka! que, aún con sus posturas a veces encontradas, han confiado en la comisión.
Barrera resume el aporte: “doña Rosario es la que forjó el movimiento de víctimas de desaparición forzada en nuestro país. Ella irrumpió como una madre de familia, como tantas que hay ahora en nuestro país en la escena nacional, con un planteamiento muy claro, denunciar al poder, mostrar las atrocidades de un sistema”. El grito legendario “vivos se los llevaron, vivos los queremos” es una estruendosa demanda de justicia.
Es la denuncia contra el México autoritario, revelar el papel del Ejército en la persecución contra líderes y militantes, cómo su actuación se convirtió en algo sumamente grave en términos de violación a los derechos humanos, que no era un tema que entonces permeara en el país bajo un régimen autoritario. Ella se encargó de mostrar los rostros de las víctimas, logró romper el silencio con el rostro de su hijo en el pecho. Fue dando identidad a una lucha con el Comité ¡Eureka! que visibilizó en su momento por primera vez la desaparición forzada en México”. Para Barrera, la luchadora social en que se convirtió exhibió el presidencialismo de un gobierno autoritario al confrontarse con Luis Echeverría, al irrumpir denunciando el papel castrense en la represión, en identificar el Campo Militar número 1.
La actual comisión de la verdad para el esclarecimiento histórico es más bien una culminación de esas luchas. Ahora hay una convergencia de estos colectivos de víctimas. Se han acuerpado, a nivel nacional, con esa herida abierta de las desapariciones que encontró eco con el decreto presidencial que integró esta instancia, coincidieron en entrevistas por separado.