Las finanzas públicas mexicanas pueden manejar un golpe fiscal adicional de 1.0 por ciento del producto interno bruto (PIB) para mantener el estímulo de la gasolina durante el resto de 2022. Sin embargo, para tener una sostenibilidad fiscal a largo plazo, México necesitará hacer un ajuste de alrededor de entre 1.5 y 2.0 por ciento del PIB en los próximos años.
De acuerdo con Eduardo Suárez, vicepresidente de análisis económicos para América Latina de Scotiabank, este ajuste puede darse, ya sea, a través de una reforma fiscal, impulsando el crecimiento de largo plazo, recortando el gasto o aumentando el superávit primario; o bien, una combinación de los anteriores.
“Una ampliación del déficit de un año no sería un problema grave, pero gradualmente hace más difícil el ajuste fiscal que será necesario en el futuro”, destacó el especialista.
Añadió que el estereotipo de que México es un exportador de petróleo es ya sólo un mito. El reciente déficit comercial de petróleo de México se ha mantenido en un rango de entre 2 mil millones de dólares a 3 mil millones por mes.
Estimaciones del área de análisis de Scotiabank sugieren que si los precios del petróleo continúan rondando los 100 dólares por barril, se podría ver un aumento del déficit comercial mensual de petróleo de alrededor de 5 mil millones de dólares. Sin embargo, si se mira por sector, entonces el público tiene un superávit (principalmente exportando crudo), mientras que el sector privado tiene un déficit que incluye su consumo de gasolina y petroquímicos.
El primer impacto del choque para un importador de petróleo es el déficit comercial cada vez mayor, que ya explica el desempeño del tipo de cambio en relación con sus pares regionales, en lo que va del año, en donde el peso mexicano va rezagado frente a sus similares latinoamericanos, por ejemplo.
Sin embargo, el repunte del precio del petróleo tendrá un mayor impacto sobre la inflación, de 7.45 por ciento en marzo, y las finanzas públicas absorben el golpe.