Madrid. En la selva hay mucho por hacer es una exposición singular, no sólo porque con ella se celebran 50 años de la creación del Museo de la Solidaridad de Salvador Allende (MSSA), sino, sobre todo, porque muestra al mundo la idea del “antimuseo” que transpira la muestra, que también se inspira en la resistencia de los pueblos frente a la opresión. Por eso, junto a artistas consumados están presentes las luchas de los zapatistas chiapanecos o de los que sufrieron la represión en las dictaduras del Cono Sur.
La propuesta fue coordinada por la curadora chilena María Berríos, quien asumió el reto de congregar en torno al 50 aniversario del MSSA de Santiago de Chile piezas que no sólo alumbraran a los artistas y sus aportaciones particulares, sino que también mostraran las historias que muchas veces se invisibilizan por el trajín diario.
Para albergar una idea tan ambiciosa se seleccionaron más de 100 obras de la colección que dialogan con propuestas de artistas internacionales y locales, obras gráficas populares, archivos históricos y libros álbum, transformando el museo en espacio de convivencia y experiencia que se extenderá durante un año con exposiciones temporales en localidades como La Victoria, Barrio República y Cerro Cordillera (Valparaíso).
La historia del MSSA nació un 17 de mayo de 1972, cuando se realizó su primera exposición con una incipiente colección de obras donadas a Chile por artistas del mundo, en medio del proceso político de la Unidad Popular de Salvador Allende. Ahora, 50 años después, el MSSA busca reflexionar sobre los principios fundacionales del recinto como ente: solidaridad, arte y política, preguntándose por su contingencia y continuidad, tensionando la idea de un museo experimental y permeable, “sin adentro ni afuera” como se planteó en su fundación. “Un antimuseo, que entiende que todo arte es político”, explicó Berríos.
La exposición fue patrocinada por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, convocatoria 2022, y un conjunto de instituciones nacionales e internacionales, entre ellas el gobierno valenciano de España e instituciones ibéricas. Berríos explicó que la exhibición también pretende “reflexionar en torno a la gestación del MSSA como espacio que cuestiona cómo se construye valor en el arte y que nació como un acto revolucionario de solidaridad internacional. A fin de cuentas, la colección nace como un acto de solidaridad artística por la creación de una institución cultural experimental para el pueblo de Chile y los pueblos del entonces denominado tercer mundo. Se fue gestando como un museo abierto y libre, un acto político de la comunidad internacional artística para el pueblo, en una afrenta y crítica directa al monopolio de la cultura de parte de las élites privilegiadas del mundo y sus instituciones culturales”.
El nombre de la exposición proviene del libro En la selva hay mucho por hacer, publicado en 1971 por Comunidad del Sur en Montevideo. Se trata de una fábula sobre la prisión política basada en un conjunto de cartas-dibujos enviadas por el uruguayo Mauricio Gatti (1941-1991) a su hija de tres años para explicarle los motivos de su reclusión en un recinto militar.
El cuento parte relatando cómo es la selva, abundante en recursos, que se caracteriza por el apoyo mutuo entre animales, donde la comunidad trabaja para asegurar que todos puedan vivir bien. Una pequeña hoguera alrededor del cual se reúnen los animales a discutir –“el fueguito”, como dice el cuento–, los delata ante un cazador que logra aprehender a los animales y que los encierra en el zoológico de la ciudad. Los animales recluidos traman su liberación con ayuda de una niña de la ciudad y los animales libres de la selva.
Según la directora del MSSA, Claudia Zaldívar, el libro de Gatti ofrece una puente comunicante con la noción de antimuseo “tal como ocurre en la selva, el museo existe gracias a los gestos de solidaridad y lucha, donde la relación entre iguales con organización es esencial. El recinto ha existido y resistido con base en redes afectivas, donde, como ocurre en toda comunidad, especialmente en la fábula de la selva, hay tanto por hacer”.
Entre los artistas presentes en la exposición destacan Marta Adams, Ernesto Cardenal, Beatriz Aurora Castedo, Santos Chávez, Virginia Errázuriz, José Gamarra, Teresa Gazitúa, mujeres guna de la comarca de Guna Yala, Claude Lazar, Teresa Montiel, María Teresa Toral, Taller 4 Rojo, José Venturelli y Eduardo Vilches, entre otros.
Beatriz Aurora, la artista plástica que ha acompañado con su pincel las décadas recientes del movimiento zapatista, explicó que “esta innovadora exposición tuvo que esperar 50 años desde la primera que abrió la digna y creativa historia del MSSA con obras de artistas de todo el mundo entusiasmados con la vía chilena al socialismo que dirigió nuestro querido presidente Salvador Allende. El MSSA abrió la puerta al arte del pueblo y para el pueblo. El arte que no es una mercancía más de la destructora sociedad de consumo, sino una forma de expresión y potenciación del ser humano y la humanidad que necesita más que nunca rescatar lo humano del humano”.
El escritor y filósofo belga Raoul Vaneigem apuntó sobre la muestra que “el primer crimen contra la humanidad fue llevar a cabo una guerra de saqueo contra la naturaleza, una guerra de razzia, de depredación. No fue sólo un crimen; fue una aberración, porque la naturaleza no se limitaba a ofrecer a la especie humana los recursos que sólo le bastaba recoger”.