Damasco. Una mañana cualquiera al despertarse, los habitantes de la parte antigua de Damasco vieron unas 15 mil palomas de cerámica suspendidas en las callejuelas del vecindario.
Titulada Érase una vez... una ventana, la exposición fue diseñada por Buthaina Al Alí, profesora de la Escuela de Bellas Artes de Damasco, que quería organizarla antes del inicio del conflicto en 2011.
“Soñaba con decorar el centro de mi ciudad y colgar las palomas en un lugar lleno de gente para que la gente las viera todos los días, pero con la guerra tuve que esperar para cumplir mi sueño”, cuenta Al Alí, quien perdió a dos miembros de su familia en el conflicto.
“Por fin pude proponer a mis alumnos que tomaran las palomas y las suspendieran como quisieran”, explica la profesora de 48 años.
Dieciséis estudiantes colgaron palomas blancas en los patios de dos casas tradicionales, entre ellas una galería en la parte antigua de Damasco, y en callejones estrechos que conducen a barrios vecinos.
Las obras de arte presentadas tienen “la tristeza” como “denominador común”, según Al Alí.
Samer Kozah, propietario de una sala de exposiciones, se felicita de que la ciudad vieja haya sido transformada en un lugar de ensueño.
Esta exposición “al aire libre permite a la gente pasar de una historia a otra”, explica.
Con su obra Desaparición permanente, Hamod Radwan, de 24 años, expone fotos de sus amigos obligados a abandonar el país a causa de la guerra, que causó la muerte de 500 mil personas, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos.
“Estas caras ya no están en Siria y las palomas que vuelan a su lado expresan su desaparición”, comenta el joven.
En un callejón angosto, platos atados a palomas colgadas se entremezclan sobre una mesa de madera.
“La mesa (vacía) representa la nuestra y los platos, también vacíos, se parecen a los nuestros”, explica su creador, el estudiante de arte Pierre Hamati, en un país donde cerca de 60 por ciento de la población padece inseguridad alimentaria.
En otra obra, 300 palomas salen de una casa abandonada, “similar a las casas de algunos sirios”, según la artista Zeina Tatuh.
Las palomas llevan mensajes escritos por niños que cuentan sus sueños y ambiciones.