En siete días, con una cuadrilla de 10 jornaleros, la cooperativa Productos Agrícolas Piña cosechó diariamente un centenar de costales de 40 kilos de romeritos en 40 hectáreas de tierra anteriormente ociosa del paraje Tabla 12-2, en el ejido de San Pedro Tláhuac.
Con los ojos enrojecidos por el polvo de la última siega, con la que concluyó el ciclo del romerito para Cuaresma y Semana Santa, Héctor Hugo Peña Piña, presidente de la sociedad, señala cultivos de la hortaliza que no se cosecharon en la anterior temporada decembrina para dejarlo madurar y obtener de allí la semilla que se utilizará para la siembra de fin de año.
Cifras de la Secretaría del Medio Ambiente capitalina refieren que la alcaldía Tláhuac tuvo en esta temporada una producción de más de 2 mil toneladas de romeritos.
Es una planta noble, dice Héctor Hugo, independientemente de su sabor, cualidades nutricionales y tradición prehispánica, que no requiere que se fertilice el suelo, a diferencia del brócoli y la verdolaga.
De la planta madura, que crece un poco más de un metro, se obtiene la semilla, una bolita negra parecida a la del quintonil, que se esparce en puñados sobre la tierra y dos meses después, cuando la planta tiene una altura de unos 10 centímetros, está lista para cosechar.
El romerito cortado se lava, se encostala y se vende en la Central de Abasto, en Iztapalapa, y una parte en el centro de acopio de Milpa Alta, pero hay también clientes que llegan directamente con los productores para adquirirlo.
Para la temporada decembrina, refiere, la demanda es mayor, la cooperativa, que es pequeña, de seis asociados, siembra 100 hectáreas, y el año pasado 10 toneladas de la cosecha obtenida se enviaron a Estados Unidos y Monterrey.