Un lote de 39 objetos, entre los que se encuentran 37 arqueológicos mesoamericanos y dos libros novohispanos sustraídos de México “como botín de guerra en 1847”, fueron repatriados ayer desde Nueva York, informó Jorge Islas López, cónsul en la ciudad estadunidense.
Mencionó que los documentos de los siglos XVII y XVIII, “en su momento, fueron botín de guerra y finalmente habrán de regresar a los estantes de las librerías de las que nunca debieron haber salido”.
En un breve mensaje transmitido en YouTube, Islas López destacó la belleza de uno de los textos, donde “un grabado nos dice que es de 1637. En la portada del manuscrito se da cuenta de su historia, que en la guerra de 1847 se encontraba en un palacio del primer cuadro de la Ciudad de México. Nos hace pensar que estaba en los estantes de Palacio Nacional o en los del edificio del hoy Gobierno de la Ciudad de México, al igual que el otro texto del siglo XVIII”.
Las piezas, que serán entregadas al Instituto Nacional de Antropología e Historia para su administración y resguardo, incluyen una “muy bella figura olmecoide. Según el peritaje que tenemos es del año 700 antes de nuestra era, de la cultura olmeca; perfectamente simétrica, hecha en granito y muy impresionante, se alcanzan a ver los dobleces de las rodillas”.
Otras de las piezas hechas en barro, continuó el cónsul, provienen de la zona del Golfo y corresponden a distintas épocas de la cultura olmeca y algunas son del Altiplano, de la zona central de México.
El historiador y arqueólogo Daniel Salinas Córdova consideró que “el regreso de las 37 piezas arqueológicas y dos libros coloniales es una buena noticia; sin embargo, aún hace falta mucha información específica. Por ejemplo, no queda claro si todas las piezas fueron botín de guerra o sólo los dos textos”.
El especialista en patrimonio cultural hizo hincapié en una de las figuras del video de los objetos que serán restituidos: “en la esquina superior izquierda hay lo que parece una vasija de barro con forma de llama, que no tiene nada que ver con la arqueología mexicana.
“Yo diría que es más bien una vasija de la cultura moche, peruana, de Sudamérica. Tiene la característica asa, estribo se le llama en estas vasijas, muy representativas de animales o de personas. En esta caso tiene pinta de ser una llama, que no tiene nada que ver con lo prehispánico de México”.
Salinas Córdova mencionó que esa inclusión “levanta muchas dudas respecto a qué tanta investigación realmente hay detrás de estos objetos. Por eso es tan importante indagar la procedencia de las piezas. Es necesario que regresen, pero también determinar qué son y cuál ha sido su camino hasta llegar al momento de hoy”.