El INE es ahora una ciudad amurallada. Para Morena y la 4T, la guerra contra el INE está más que cantada. Los agudos reproches no vienen sólo del ejercicio de la revocación de mandato, sino de muy atrás. Este episodio no es más que la punta del iceberg y apunta a nuevas arremetidas del gobierno federal y del partido en poder.
Las próximas semanas y meses vamos a leer dos narrativas. Los que maldicen y desaprueban el comportamiento del INE y los que lo defienden como una institución sagrada de la democracia mexicana. Las lecturas son reflejo del clima de polarización que lo deforma todo e impide lecturas serias y sensatas. La institución electoral ha soportado mutaciones impuestas por los partidos políticos ante fallas o momentos cruciales del país. Muchos intelectuales de la comentocracia, más que defender al INE, opondrán un cerco contra los embates de AMLO y Morena. Construirán una fortificación sitiada por el supuesto embate lopezobradorista. Defenderán con argumentos sesgados la ciudad sitiada, en defensa de la inmaculada autonomía e independencia que nunca han existido. Y ahora sufre las embestidas desde el poder de la 4T. Intelectuales que hasta hace poco fueron feroces críticos de la imparcialidad del instituto ahora son su más fervientes defensores.
Pero mi primera pregunta es: ¿el cuestionamiento es al INE como tal o las querellas se centran contra Lorenzo Córdova y Ciro Murayama? La tensión es tan retorcida que en la madrugada del 11 de abril en la reanudación de la sesión extraordinaria del Consejo General, los consejeros Ciro Murayama y Lorenzo Córdova, secundados por Uuc-kib Espadas, se burlaron irrespetuosamente del representante de Morena Mario Rafael Llergo. Córdova y Murayama, como si estuvieran en aula de secundaria, se mofaron con vulgaridad tal, que el representante del PRI, Jorge Ramírez Marín, les llamó la atención como profesor de colegio, diciendo que no es conveniente para la democracia que la figura de los consejeros electorales esté permanentemente en medio de las confrontaciones ni controversias. Lo conveniente, dijo, es la sobriedad y no andar en guerrillas ni en zafarranchos. Este es el mayor talón de Aquiles del INE. Tener un presidente y algunos consejeros protagónicos. Que se han puesto los guantes y combaten palmo a palmo los señalamientos que el Presidente les reprocha. Ante la debilidad de los partidos de oposición, indebidamente Lorenzo y Ciro se han convertido en un contrapeso político contra la 4T. Durante muchos años, escuchamos decir a José Woldenberg, maestro y mentor de ambos, que el mejor árbitro es aquel que no se ve.
He estado más de 20 años en diferentes trincheras del andamiaje electoral. Puedo afirmar con toda certeza que el INE goza de una estructura operativa efectiva y comprometida que garantiza resultados electorales correctos. Con vergüenza, afirmo que, para este ejercicio de revocación, a los consejeros distritales, que son miles, y locales se les redujeron sus emolumentos a la mitad, mientras los consejeros generales del INE siguieron gozando íntegras sus prerrogativas. Una absoluta falta de congruencia. Por ello reprocho que los consejeros generales que arriban al INE por acuerdos cupulares de los partidos se convierten casi siempre en consejeros de consigna. Tenemos el caso de Adriana Favela, convertida en cacique priísta de su comarca mexiquense. Tiene en el OPLE, IEEM, cuatro subalternos incrustados en el Consejo General, empezando por la presidenta provisional Daniella Durán. Favela es de facto una operadora política.
La memoria es corta, pero tan sólo en 2017, el ex presidente Luis Carlos Ugalde reconocía que el INE pasaba por su peor momento. Con bajísimos niveles de aprobación del INE (30 a 35 por ciento. El Siglo de Torreón, 8/17). Recordemos el extrañísimo voto de Sergio García Ramírez que exoneró al PRI en el caso Monexgate. El INE salvó el registro del mercenario Partido Verde en 2015, argumentando que dicho instituto “violó la ley, pero no impidió la democracia”. Ante la reforma de 2014, que acotó la interferencia de los gobernadores en los procesos electorales de las entidades, los consejeros del INE se convirtieron en los filtros para la asignación de los consejeros locales de los OPLES, en cabildeo con los propios gobernadores. En la aprobación del registro del partido confesional PES, en 2014 y 2020, el INE violó el carácter laico del Estado. La fiscalización del INE ha sido uno de los mayores fracasos, pues ante las técnicas modernas el instituto tiene un sistema anacrónico que más bien parece procedimiento de simulación. Con Morena los desencuentros han sido diversos: la sanción al fideicomiso por el terremoto de 2017. El INE bajó a los candidatos Félix Salgado Macedonio (Guerrero) y a Raúl Morón Orozco (Michoacán). La disputa por el presupuesto para el ejercicio de la revocación de mandato, entre otros.
Sigue flotando mi pregunta. ¿Es el INE o la actitud protagónica de Lorenzo y Ciro que alimenta los antagonismos? Me parece que en el debate que se viene en torno a la reforma electoral debe primar la mesura. El INE tiene un desempeño aceptable en las jornadas electorales. Pero está lejos de ser una estructura impecable. Su pecado original son las designaciones de consejeros por acuerdos partidarios. El INE no es una institución perfecta, ni es autónomo, tampoco independiente de los poderes fácticos de México. Si la polarización continúa entramos a un diálogo de sordos; peor: a un callejón sin salida.