La presión sobre el costo de los alimentos, nutrida por la guerra en Ucrania, dejará 10 millones de personas en pobreza extrema por cada punto porcentual que avance la inflación en estas mercancías, advirtió David Malpass, presidente el Banco Mundial, en un discurso previo a las Reuniones de Primavera que se realizan con el Fondo Monetario Internacional.
Lo crítico de la coyuntura no se queda en la inseguridad alimentaria, 39 de los 189 países adheridos al Banco Mundial están en alguna situación de conflicto abierto, así que el número de personas que viven en zonas en disputa casi se duplicó entre 2007 y 2020, puntualizó.
De manera simultánea, las obligaciones financieras de los países en desarrollo han aumentado a un máximo de 50 años, representan aproximadamente 250 por ciento de los ingresos de los gobiernos y la mayoría de estas economías no están “preparadas para enfrentar el shock de la deuda que se avecina”.
Como preámbulo a las Reuniones de Primavera que comienzan el 18 de abril, el presidente del Banco Mundial reiteró que la guerra en Ucrania ha traído como consecuencia “una escasez repentina de energía, fertilizantes y alimentos”; y los picos de precios en estos últimos afectan a todos, pero son “devastadores para los más pobres”.
Rezago de países pobres
Explicó que los mercados mundiales de alimentos básicos son grandes, están bien establecidos y tienden a autoajustarse cuando hay interrupciones en la producción, pero los retrasos en el suministro de fertilizantes, los precios de la energía y las restricciones en las exportaciones de comida agudizarán el problema.
Malpass contextualizó: “antes de la guerra en Ucrania, la recuperación en 2022 ya estaba perdiendo impulso debido a la inflación y los cuellos de botella persistentes en el suministro. Si bien se esperaba que las economías avanzadas regresaran en 2023 casi a sus tasas de crecimiento previas a la pandemia, los países en desarrollo se estaban quedando sustancialmente rezagados”.
Acusó que las políticas monetarias y fiscales que las economías avanzadas impusieron con el inicio de la pandemia, y que mantienen, “han impulsado aumentos de precios y han empeorado la desigualdad en todo el mundo”, al tiempo que no hay precedente de una recesión simultánea en tantos países como se registra en la actualidad.
Al bajo crecimiento se suma la violencia. “La tendencia hacia la inseguridad es profundamente preocupante”, alertó.