La exposición Tesoros de China: Porcelana y artes decorativas, abierta en el Museo Franz Mayer (MFM), es la primera de artes suntuarias del país asiático montada en México en alrededor de cuatro décadas. Aparte de porcelanas, la muestra de 198 piezas –93 son del MFM– comprende lacas, esmaltes, textiles –mantones de Manila–, tallas en marfil y hueso, esculturas y mobiliario. Las demás obras provienen de colecciones particulares.
La protagonista de la exhibición es la porcelana conocida como blanc de chine, producida en el pueblo de Dehua, que, por los esmaltes que la cubren, es considerada “de las pocas disciplinas de cerámica con valor escultórico”, expresó el curador Abraham Villavicencio. La exposición cuenta con una vitrina de piezas realizadas en dicho material.
Para Alejandra de la Paz, directora general del MFM, “tenemos dos facetas de coleccionismo en el Franz Mayer (1892-1975), una enfocada a las piezas produci-das en China y, la otra, el deseo de enriquecer la visión de lo que significó el mundo material durante la época novohispana
“China, durante dos siglos, fue básicamente el instigador de una moda global en la que todos estos objetos de extremada delicadeza, de gran labor iconográfica y decorativa, se extendieron no sólo en su mismo territorio, sino en Europa y América”, apuntó De la Paz.
La porcelana es el eje de la muestra, dividida en cuatro núcleos temáticos: “A lo largo de varios siglos este trabajo con arcillas se perfeccionó hasta que en la dinastía Ming (1368-1644) se logró un grado de refinamiento y sofisticación tanto por el dominio del caolín –una de las arcillas esenciales para la preparación de la porcelana–, así como el afortunado resultado de mezclarlo con la pectina, una arcilla más dócil al calor. Eso, sumado al cuarzo, da como resultado las extraordinarias piezas blancas que, con decoración de azul cobalto, caracterizaron al periodo Ming”, señaló Villavicencio.
En el segundo núcleo, Las revoluciones culturales de la dinastía Qing, (1644-1912), se hace hincapié en el intercambio que hubo con Occidente, por medio, principalmente, del contacto con los misioneros jesuitas que predicaban en el sur de China. Fue entonces cuando los esmaltes policromos se introdujeron para la decoración de la porcelana.
Una vez que China se abre al comercio con Europa, principalmente por vía marítima, distintas sociedades mercantiles van a dominar el comercio de la elaboración de muebles para la vida cotidiana en Occidente, aunque con técnicas y materiales del país asiático. El tercer núcleo, El arte para exportación, incluye dos pinturas, una inglesa del siglo XIX y una mexicana, Gabinete de costura (interior de la Casa de la Bola), firmada por Josefa Sanromán, que demuestran el gusto por coleccionar obras artísticas chinas.
El cuarto y último núcleo, Los universos de la chinoiserie, se enfoca en el impacto que tuvieron estas artes decorativas para ambientar las casas señoriales, aunque también para construir un imaginario en torno a China y sus habitantes: “Desde el siglo XIII se contaba con los relatos de Marco Polo; sin embargo, China seguía siendo una región extremadamente remota en lo geográfico, lo cultural y lo cotidiano. Las decoraciones de porcelana, los motivos bordados en los textiles, las lacas, las cajas de mantones, fueron las vías mediante las cuales Europa y América construyeron una imagen sobre China y su población”, indicó Villavicencio.
La exposición Tesoros de China: Porcelana y artes decorativas permanecerá hasta el 26 de junio en el Museo Franz Mayer, ubicado en avenida Hidalgo 45, Centro.