Ciudad de México. El acuerdo de reparación del daño que Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex), y su defensa trabajaban con la Fiscalía General de la República (FGR) se frustró ayer, luego de que un juez de control del Reclusorio Norte aplazó la diligencia a petición de los abogados del ex funcionario y la empresa petrolera, con el fin de que la defensa entregue algunos documentos que faltan para formalizar un pacto.
Esto ocurrió unas horas después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que no estaba enterado de la existencia de este arreglo y se inconformó especialmente porque el monto acordado no alcanzaría a cubrir el perjuicio causado.
El ex funcionario ingresó tranquilo a la sala, incluso, antes de que iniciara la audiencia, fumaba un vapeador, cuyo uso está prohibido dentro de las instalaciones y tuvo que dejar cuando un empleado le dijo que no podía utilizar el artefacto. Al transcurrir las horas, se percató de que su oferta sería rechazada y terminó con el rostro enrojecido y desencajado. Lozoya abandonó la sala con el uniforme color beige, el reglamentario de la prisión, el cual tendrá que seguir usando por lo menos un par de semanas más.
Ayer, la diligencia del acusado de operaciones con recursos de procedencia ilícita y cohecho por el caso Agronitrogenados se retrasó dos horas. Reunidos en una sala alterna, los reporteros vieron a través de un circuito cerrado la manera en que los abogados Miguel Ontiveros Alonso y Alejandro Rojas Pruneda, así como su padre, Emilio Lozoya Thalmann, negociaban en privado el acuerdo con los representantes legales de Pemex y los agentes del Ministerio Público Federal.
Difieren audiencia dos semanas
Al final, el juez José Artemio Zúniga ordenó diferir la audiencia hasta que la empresa productiva del Estado revise los documentos necesarios con el objetivo de formalizar el acuerdo, para lo que solicitaron dos semanas; sin embargo, el impartidor de justicia no fijó plazo y les dijo a las partes que volvieran cuando concretaran las negociaciones.
Antes de que empezara la audiencia, su padre lo alegraba, incluso le dijo que “todas las partes estaban de acuerdo”. Mientras Ontiveros Alonso, su abogado, en una breve conversación le aseguró que en “tres horas” quedaba el arreglo, lo cual no pasó.
Los abogados y Lozoya Thalmann entraban y salían inquietos de la sala principal, en la cual se encontraba Lozoya con su madre Gilda Austin, quien lo apapachaba y al menos en tres ocasiones lo abrazó y besó en la mejilla.
A las 11:36 de la mañana su padre regresó, su cara expresaba preocupación; se acercó donde estaban su hijo y esposa, y les comunicó la mala noticia de que la negociación, por el momento, no había prosperado.
La audiencia sólo duró 13 minutos y, poco antes de que concluyera, el juez de control, Artemio Zúñiga, reprochó tanto a la defensa legal como a la FGR y representantes de Pemex que la próxima vez, si de antemano sabían que no habría un acuerdo, le avisaran con anticipación. “Pude haber atendido otras audiencias que son igual de importantes”, les reclamó.
Desde noviembre pasado, Lozoya Austin –detenido en Málaga, España, en febrero de 2020 y preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México desde hace cinco meses– aceptó cubrir la reparación del daño que se le exige debido a los sobornos que recibió por parte de Odebrecht, que ascendieron a 10.7 millones de dólares.
Para ello, acordó entregar en garantía diversos inmuebles a fin de resarcir el daño al erario por la compra, con sobreprecio, de la empresa Agronitrogenados. El acuerdo, además de favorecer al ex director de Pemex, busca beneficiar a su esposa, Marielle Helene Eckes; su madre, Gilda Austin, y su hermana Gilda Susana Lozoya Austin, con el propósito de que la FGR se desista de la acción penal en su contra.