Desde que comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, hace mes y medio, poco menos de 400 diplomáticos rusos han sido expulsados de 28 países, dato que pone en evidencia el grave deterioro de la relación de Moscú con Washington, este último secundado por Bruselas y otras capitales afines.
Polonia ha expulsado a 45 diplomáticos rusos, Alemania a 40, Eslovenia a 33, Francia a 30, Italia a 30, España a 25, Bélgica a 21 y, de ahí, hasta Luxemburgo, unos más, otros menos, pero todos en torno a 10 funcionarios de embajadas rusas declarados persona non grata.
De acuerdo con el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, la “expulsión de diplomáticos es una medida extrema, que cierra todas las puertas a mantener relaciones diplomáticas, pero es algo que, en las actuales condiciones, no sería la mejor solución para nadie”.
Es una advertencia en toda regla de que si las expulsiones continúan se habrá acabado toda posibilidad de resolver las controversias mediante las negociaciones.
En ese contexto, el canciller ruso, Serguei Lavrov, al conceder ayer una entrevista al canal de televisión Rossiya-24, acusó a Estados Unidos de querer convertir Ucrania en una plataforma para contener y someter a Rusia.
“Se trata –subrayó el jefe de la diplomacia rusa– de una política que refleja amargura y hasta cierto punto, rabia, y que no tiene que ver únicamente con Ucrania, sino con el hecho de que quisieron convertir ese país en una cabeza de playa para aplastar de modo definitivo a Rusia y obligarla a someterse al sistema global creado por Occidente”.
Agregó: “por su historia, sus tradiciones Rusia es uno de los pocos países que nunca van a aceptar encontrarse en una situación de subordinado. Sólo podemos ser miembros de la comunidad internacional sobre condiciones iguales de seguridad indivisible”.
Por eso, dice Lavrov, “nuestra operación militar especial, debe poner fin a la expansión irreversible (de la OTAN hacia el este) y de la política que busca someter a la voluntad de Estados Unidos a todos los países de Occidente”.
El canciller ruso criticó al jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, por decir que “esta guerra se ganará en el campo de batalla”, palabras que pronunció tras su reciente viaje a Kiev, donde anunció nuevos envíos de armamento a Ucrania.
“Cuando el responsable de instrumentar la política exterior de un país, o de una organización, como en este caso Josep Borrell, dice que un conflicto en concreto puede resolverse sólo por la vía militar, se trata de una reacción personal acumulada, o bien de un lapsus, o bien que hizo del dominio público una cosa que nadie le encomendó afirmar”, señaló Lavrov.
Calificó de “declaración inaudita”, lo dicho por su colega europeo “en un contexto agresivo y sin precedente, que cambia las reglas del juego por cuanto la Unión Europea, hasta ahora, no ha asumido comportamientos más propios de una organización militar”.
En tanto, Ramzan Kadyrov, el controvertido líder de Chechenia, publicó ayer un video en Telegram que pone en entredicho que la decisión de detener la ofensiva contra Kiev haya sido una “muestra de buena voluntad” de Rusia para facilitar las negociaciones, por cierto suspendidas.
Según Kadyrov, en declaraciones que hay que entender a título personal, “va a empezar una ofensiva a fondo no sólo contra Mariupol, sino contra todo Donietsk y Lugansk. Los vamos a liberar en primer lugar. Es la misión que nos encomendó nuestro querido presidente Vladimir Putin. Y después tomaremos Kiev y las demás ciudades”.
El objetivo, subrayó Kadyrov, “no son las ciudades ucranias, sino acabar con los seguidores de Bandera (Stepan Bandera, líder nacionalista que colaboró con la Alemania hitleriana en la Segunda Guerra Mundial), con los neonazis y otros demonios…”
Que se sepa que nadie encomendó a Kadyrov a erigirse en portavoz de Rusia y tampoco nadie lo desautorizó. Si este video circula en las redes sociales rusas sólo puede obedecer a dos razones: dejar constancia del malestar de los sectores radicales que se oponen a una solución negociada con Ucrania, que encabeza Kadyrov, o para hacer méritos interpretando lo que tiene en mente su gran protector, el titular del Kremlin, Vladimir Putin.
Ambas posibilidades no contribuyen a la búsqueda de un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, mientras la población civil, indefensa ante la barbarie, sigue poniendo las víctimas de esta guerra.