El movimiento de la bhakti (devoción) y sus poetas místicos en India revolucionó el hinduismo con la inclusión de personas de cualquier casta y de mujeres, que antes estaban recluidas en el hogar, así como por la difusión de su tradición cultural en lenguas populares, sostuvo la poeta y ensayista Elsa Cross, en el Festival de la India este domingo.
En el Centro Nacional de las Artes (Cenart) se desarrollaron diversas actividades que celebran el 75 aniversario de la Independencia de India. Se exhiben ahí las muestras Lok Mein Ram: El dios Rama entre la gente, en la galería Espacio Alternativo; Sari, la maravilla de seis yardas, icono cultural de la India, y Stree Drishti: Mujeres grabadoras de la India, en la galería central. Las tres concluirán el domingo 24 de abril.
Elsa Cross manifestó que “apenas nos estamos asomando a la vastedad y riqueza inmensa que hay en literatura, filosofía y en el yoga, así como en muchísimas cosas de ese país. Es un universo”. Ahí, presentó la antología La locura divina: poetas místicas de la India (Ediciones Era), en la que reúne a ocho autoras de esa corriente devocional, y leyó algunos poemas incluidos en el texto.
Ante el poeta Ursus Sartoris, la también filósofa explicó que el movimiento de los bhaktas (devotos) en India fue muy importante porque dejaron de escribir en sánscrito y las personas comunes comenzaron así a conocer el contenido más profundo de su tradición.
Otra razón de su importancia es porque “desconoció la división de castas, que ha sido muy estricta en India; fue una revolución que estos poetas místicos admitieran en el seno de sus comunidades a gente de cualquier casta y a mujeres.
“Las mujeres llegan a estas comunidades y se dan cuenta de que tienen libertad de expresarse, y es de donde salen estas y otras poetas. Había muchas analfabetas que tuvieron que dictar sus poemas, y todavía hay mucho material de ellas que está en proceso de rescatarse. Mucho, por desgracia, se ha perdido. Esto dio una tremenda importancia a estos grupos.”
Otra razón de su relevancia, agrega la poeta, fue que “hicieron a un lado la dependencia de los sacerdotes, que se erigían en el único vehículo de comunicación con los dioses. Los poetas dijeron: ‘si Dios está dentro de mí, no te necesito para encontrarlo’.
“Tantos se acercaron a estos grupos que se revolucionó el hinduismo, que ahora no se podría entender sin esta devoción de la que no se habla con claridad ni en los Vedas ni en los Upanishads, más bien parece haber sido a partir de las figuras de un Dios encarnado como Rama y Krishna que las personas pudieron captar esa dimensión humana de la divinidad.”
Recordó que “en vez de ritos, rezos, cantos y sacrificios, bastó la devoción, ese contacto y búsqueda interna, esa necesidad del Dios o diosa que cada quien escogió, para abrir internamente esa puerta a la propia experiencia”.
Ursus Sartoris sostuvo que estos poemas son canciones que “gracias a que forman parte de esta tradición, de estos bhayans que se siguen cantando hoy en India, todavía se conservan. Si uno está en el mercado, en la calle o viajando en un rikshaw o en un barco, están las canciones presentes de esta tradición, que además es popular y en las lenguas vernáculas. No forma parte de la gran literatura de India, que ha sido escrita en sánscrito, sino de las lenguas más populares; ahí radica también esa liberalidad”.
Elsa Cross dijo que el libro La locura divina es parte de un trabajo mucho más grande que está en curso todavía. En este caso, aborda a las figuras femeninas de ese volumen mayor, que ya alcanza las 500 páginas y todavía le falta para terminarse.
“No quise poner uno o dos poemas de cada poeta, que acaban por no dar idea de nada, sino que hubiera una selección un poco mayor. La antología empieza en el siglo V o VI y termina en el XVIII. Mi primera idea era que fueran 15 poetas. Van a ser 30. Ha ido creciendo porque descubro más y siento horrible dejarlos fuera; algunos son extraordinarios.”
Durante la lectura, Cross habló de la poeta Antal, cuyo amor es el dios Krishna; en un canto narró un episodio en el que la traviesa deidad esconde la ropa a varias mujeres para espiarlas.
Enseguida recitó varios textos de Akka Mahadevi, como el siguiente: “Oh, enjambre de abejas, / árbol de mango, / brillo de luna, / pájaro cucú, / a todos os ruego / un favor: / Si en algún lado vierais a mi señor, / a mi señor blanco como el jazmín, / llamad / y mostrádmelo”.
De Lalléshvari, Cross declamó, entre otros poemas: “Zarpo en mi barco roto, / esperando alcanzar la otra orilla. / Ah, quisiera que mi Dios estuviera aquí / para ayudarme a cruzar este mar turbulento. / Estoy ansiosa por volver a mi casa, / pero mi intento es como una olla sin cocer: / se desbarata cuando vierten en ella / el agua de la gracia. / Oh, Lalli, / sólo tu casa verdadera / está llena de gozo / y de paz inalterable”.
Lalléshvari era una de las devotas que andaba desnuda, como algunos ascetas radicales, “pero que una mujer estuviera desnuda, si era más raro”, señaló Elsa Cross, quien refirió que “en una ocasión le preguntaron si no le daba vergüenza andar desnuda frente a tantos hombres y la poeta india respondió: ‘Yo aquí no veo ningún hombre; hombre es el que ha alcanzado la iluminación’”.