Al mediodía del domingo, en un hotel de Paseo de la Reforma, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, agarró el teléfono para preguntar qué pasaba en algunas alcaldías donde el número de votantes no fluía como se había prometido.
Más tarde, al anunciar que casi un millón y medio de capitalinos habían salido a sufragar y que de ellos más de 90 por ciento lo habían hecho a favor del Presidente, nada borraba la sonrisa de la cara de Sheinbaum, aunque sabía que más allá de los resultados en bruto quedaban cabos sueltos y problemas por resolver.
Ayer, al empezar el día, se formó un grupo de análisis de resultados. Quedaba atrás la euforia y a la luz de los números se confirmaban algunas sospechas. El ejemplo salió a los pasillos del edificio de gobierno. En las secretarías había quien no lo creía y dentro de Morena se desviaba la vista cuando de mirar los resultados en Iztapalapa se trataba.
La alcaldía gobernada por Clara Brugada debía lograr, según un compromiso de la alcaldesa, 370 mil votos, pero al comenzar el día laboral las cifras del cómputo sólo arrojaban 290 mil, y aunque se dijo más tarde que habían cambiado para mejorar, no alcanzó el mínimo ofrecido.
La sorpresa, si así le puede llamar, era porque en esa alcaldía el gobierno central ha invertido mucho dinero y se ha dado atención especial, lo que según se dijo, debería influir en la valoración que se hiciera, pero algo falló y las cosas no salieron como se pensaba.
Los números fueron contando su historia. En Álvaro Obregón la señora Lía Limón, o los funcionarios de la alcaldía, organizaron una especie de día de campo para un muy buen número de habitantes de esa demarcación. Se rentaron camiones y los llenaron de gente a la que invitaron a un tour gastronómico para comer mole.
Aunque la cantidad de participantes en esa salida parece increíble, se habla de miles, lo cierto es que fue muy poca la votación recabada en aquella demarcación y todo hubiera quedado en silencio de no ser porque los invitados tuvieron que regresar a sus casas por sus propios medios porque los camiones que los transportaron desaparecieron y muchos, indignados hablaron del asunto. Esos fueron los cabos sueltos –además de Iztapalapa y Álvaro Obregón– Cuajimalpa, Milpa Alta, Cuauhtémoc y Benito Juárez, principalmente.
De todas formas, el número de sufragios a favor del presidente López Obrador en la Ciudad de México da idea, por las condicionantes impuestas al ejercicio –vacaciones e inicio de Semana Santa, cambio de sede y eliminación de casillas, entre otros–, de que los malos momentos para el gobierno de la capital ya han pasado y que la fuerza electoral va en aumento.
Lo inevitable, para que eso sea cierto, es que se deberán apretar algunas tuercas flojas que por ahora no dan solidez al plan de gobierno que está en marcha. La ciudad está con López Obrador, expresó Claudia Sheinbaum, pero hubo quienes no la escucharon.
De pasadita
Ahora, la página que sigue es la reforma eléctrica. La batalla en el Legislativo está a todo lo que da. Ayer por la tarde, Alito llegó a la Cámara de Diputados dispuesto a trabajar toda la noche sin olvidar el neceser que atesora los menjurjes que le blindarán la desvelada.
Y claro, tampoco se olvidaron priístas y panistas de los cabilderos de las empresas extranjeras. Paolo Salermo, coordinador del comité de energía de la Cámara de Comercio en Italia, socio de la empresa Enel, a la que se acusa de estar dentro del mercado negro del autoabasto, fue “invitado” por el PAN al pleno de la Cámara para que cabildeara con mayor eficacia a favor de las trasnacionales y en contra de los intereses del país.
El asunto está claro: México o las trasnacionales, no hay más.