El pasado 12 de marzo participé en el foro Reforma eléctrica: una mirada desde la ciencia y la tecnología, que organizó el diputado Christian Moctezuma, del Congreso de la Ciudad de México. Presenté una ponencia con el mismo título de este artículo.
Antes de empezar valdría la pena responder las siguientes preguntas: ¿estamos comprometidos con el desarrollo sustentable y con cumplir la Agenda de París para reducir a cero las emisiones de CO2 a la atmósfera para 2050? ¿Queremos ser autosuficientes en energía eléctrica? ¿Podemos tener sistemas de almacenamiento para tener energía solar las 24 horas del día? ¿Podemos tener dispositivos electrónicos de potencia y redes inteligentes para controlar la transmisión y distribución de las energías renovables? ¿Las energías eólica, geotérmica y solar fotovoltaica son las más baratas en el mundo?
La respuesta a todas preguntas anteriores es sí, siempre y cuando queramos un futuro renovable. En cambio, es no, si queremos continuar con una política petrolera como hace casi 100 años.
El compromiso mundial para mitigar los efectos del cambio climático global por las emisiones de gases de efecto invernadero –que entre otros son el CO2 y el gas metano– se deben principalmente al uso de petróleo, gas y carbón tanto en las centrales elétricas como en el transporte. Por ello, las centrales eléctricas que emplean combustibles fósiles se deben cambiar por las centrales eléctricas que utilicen fuentes renovables de energía (energías solar, eólica, geotérmica, bioenergía, micro y minihidráulica, oceánica e hidrógeno). La energía nuclear como hemos visto recientemente en Ucrania, aunque no produce CO2, es potencialmente muy peligrosa para la población y con ella se pueden fabricar armas nucleares. Nuestro país contribuye hoy con 1.3 por ciento de la contaminación del planeta. Y cada país tiene la responsabilidad de reducir a cero las emisiones de CO2 para 2050. Los países que más contaminan son China y Estados Unidos.
México depende hoy de los combustibles fósiles en 63.5 por ciento (Sener, abril 2021). El país es el quinto de América Latina con menos energías renovables (Olade).
Los combustibles que emplean las centrales eléctricas del país tienen un costo: petróleo, gas, carbón y uranio enriquecido. Hoy México importa 90 por ciento del gas natural que emplean las centrales eléctricas, principalmente de EU. También 70 por ciento de las gasolinas que requieren unos 50 millones de vehículos. Y tiene que enviar a EU el uranio para que lo enriquezcan. Es decir, no somos autosuficientes.
Más lo anterior, los combustibles fósiles y el uranio se acabarán. Ya hoy vemos cómo la producción petrolera mexicana ha disminuido significativamente.
Con las centrales eléctricas de energías renovables el combustible es gratuito y no se tiene que depender de ningún país. Cuesta construir dichas centrales y los sistemas de almacenamiento con baterías de ion de litio u otros sistemas. Pero con ellas no se necesitará importar combustibles. En relación con el transporte que es el que más contamina se puede utilizar la movilidad eléctrica; es decir, cambiar rápidamente nuestros camiones y automóviles de gasolina por autos eléctricos e instalar electrolinerías. ¡Podemos ser autosuficientes!
En relación con los costos de las diferentes fuentes de energía. Tanto el Departamento de Energía de EU (DOE), Lazard, la Agencia Internacional de Energía y la Comisión Reguladora de Energía coinciden en que las fuentes de energía más baratas son: la eólica o del viento, la geotérmica y la solar fotovoltaica, con la gran ventaja de que no se necesita importar combustible para las mismas. Y, si se emplean nuestros yacimientos de litio, es posible producir nuestras pilas para las centrales eléctricas y el transporte.
En un artículo reciente del doctor Manuel Martínez et al., que se puede consultar en: https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3950124, investigadores del Instituto de Energías Revovables y el Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, de la Universidad Técnica de Munich, así como de la UAEM, analizaron los escenarios hasta 2050 con la política de la administración pasada y con la política que se propone hoy. Y ¡oh sorpresa! no hay gran diferencia entre ambas, porque se sigue apostando a tener una política energética petrolera y se hacen a un lado a las energías renovables, según lo indican el Prodesen 2018-2032 y el Prodesen 2020-2034. Los autores, en cambio, proponen un escenario sustentable que se puede preparar desde hoy con la contrucción a gran escala de centrales fotovoltaicas, eólicas y geotérmicas con almacenamiento de energía para llegar a 2050 con 75 por ciento de energías renovables y 25 por ciento de no renovables –aunque lo deseable y posible es tener 100 por ciento de renovables–. Y abandonar ya las centrales de ciclo combinado, que son las únicas que se tienen contempladas a gran escala para el futuro energético de México en los próximos años.
La soberanía energética se tiene que lograr sin la importación de combustibles y eso únicamente puede ocurrir con la construcción de centrales eléctricas renovables. Sobra decir que poco a poco la población adoptará la independencia energética; es decir, no depender del gobierno ni de la iniciativa privada para producir su propia energía eléctrica.