Las hostilidades partidistas relacionadas con el ejercicio de revocación de mandato presidencial han entrado de inmediato a otra fase, la pos-electoral, específicamente la judicial.
A partir de lo sucedido ayer se redefinen y relanzan, consolidadas, las dos posiciones que a tambor batiente se encaminan rumbo a la sucesión de 2024: del lado del morenismo y sus aliados se recrudece la batalla en busca de deponer a la élite lorencirista y rediseñar el funcionamiento del Instituto Nacional Electoral, con este u otro nombre, a partir de una reforma que impulsará el Presidente de la República.
Los opositores partidistas al obradorismo, a su vez, creen que pueden alzarse con una cosecha de irregularidades e ilegalidades que les permitan iniciar demandas incluso penales contra personajes de la llamada 4T, como el transportista electoral Mario Delgado, o reconvenciones públicas al Presidente de la República y parte de su equipo central, como la precandidata presidencial Claudia Sheinbaum, reincidente discursiva en prácticas rechazadas por el INE y el viajero proselitista de Bucareli en naves militares, Adán Augusto López Hernández.
E incluso, en un lance que incendiaría praderas, los opositores afinan la petición de que todo el proceso de revocación sea anulado, pues consideran que ha sido un ejemplo de lo que se pretende hacer en las elecciones generales de 2024. El Partido de la Revolución Democrática ya adelantó esa demanda de anulación, aunque los promotores principales serían Acción Nacional y el Revolucionario Institucional.
La continuidad del conflicto confirma que el ejercicio de revocación sólo ha sido un momento del largo guion de la pelea que tiene como destino 2024. Si de por sí ha sido difícil plantear con sentido lógico el hecho de que los seguidores del Presidente de la República hayan sido los impulsores fundamentales de un ejercicio concebido legalmente para tratar de deponer al poderoso en turno, y que los opositores a este poderoso estén contra el mecanismo constitucional para destituirlo, más difícil será ahora explicar cuál sería el interés de unos opositores que no participaron en el revocatorio, pero ahora demandan anular los resultados que confirman la permanencia en Palacio Nacional de aquel a quien ellos aplican el inverosímil castigo de calendario de cumplir su encargo con el “¡Terminas y te vas!”. Kafka, por favor ilumina esta metamorfosis política mexicana.
En otro escenario, el legislativo, hoy inicia el proceso de dictaminación en comisiones unidas de la iniciativa de reforma eléctrica que del martes hasta probablemente el jueves próximo habrá de discutirse en las cámaras, en un proceso que tendrá condiciones numéricas más favorables en San Lázaro, aunque no tanto para alcanzar la mayoría calificada, a menos que un segmento de opositores, sobre todo priístas, decidiera contravenir sus posiciones originales y apoyar la propuesta obradorista. En el Senado, la aritmética legislativa es más complicada para la 4T, y no sólo por Ricardo Monreal.
La posibilidad de que se produzcan disensos en el priísmo ha sido enfrentada abierta y directamente por un consejo nacional del Revolucionario Institucional que ha dado línea de que sus legisladores voten contra la reforma obradorista en sus términos actuales. Además, en redes sociales hay una campaña de internautas que exigen a miembros de PAN, PRI e incluso MC que definan el sentido de su voto y no vayan a recurrir a tretas como “enfermarse” o ausentarse, por otro motivo, de las votaciones.
Y, mientras en Monterrey una protesta por el creciente número de feminicidios en Nuevo León genera confrontación con policías, el incendio de una puerta del Palacio de Gobierno y la descalificación de la cogobernadora tiktokera, Mariana Rodríguez, al coro de “¡Mariana no es aliada, es privilegiada!”, ¡hasta mañana, con datos en firme para analizar el sentido del voto emitido este domingo!
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