Ciudad de México. La vida cotidiana que obligó a cubrir el rostro con cubrebocas fue retratada por el pintor Salvador Rodríguez (Guadalajara, 1956) como la crónica de dos años en los que la vida se transformó. En la galería La Resistencia inauguró el pasado viernes 8 de abril la exposición Los embozados, que tiene una doble significación: se refiere al acto de prevención que juega este nuevo aditamento sanitario incorporado a la vida diaria, pero también “a que nos ponen un cubrebocas para callarnos, poder ver hasta dónde nos pueden controlar. Eso sentimos, independientemente de las cuestiones de la enfermedad en sí, después de tanto tiempo”, explicó el artista jalisciense.
La mayoría de las obras son bocetos, dibujos y algunas “pinturitas” que tienen más término, en las que retrata a las personas en las calles con su cubrebocas, modalidad que se va a quedar por prevención. “Fue para captar la idea rápido, entonces están muy sueltos”, pues la intención es llevar las escenas a pinturas de mayor formato, después de terminar la serie Fulanos y perenganos, también con personajes y paisajes de la calle, en la que trabaja actualmente.
Desde el inicio de la pandemia, en sus dibujos se fueron colando las personas con cubrebocas, entonces empezó a documentar la nueva costumbre: “Fue como un apunte para que no se me fuera la idea, los he seguido haciendo. Mi trabajo siempre ha tenido que ver con la gente de mi entorno y la ciudad, de lugares populares”.
Señaló en entrevista que cuando empezó la pandemia todos nos sentimos raros, aunque nos acordamos de la primera cepa de influenza cuando también se paralizó todo. “Esto se fue de largo, pasaron dos años, y seguimos ahí. La gente ya se cansó de estar en sus casas”. Aunque el cubrebocas ya se ha convertido en parte del guardarropa y hasta un accesorio decorativo.
“Justamente son el cuerpo humano y sus rostros, en los que se expresa dolor, angustia, miedo y zozobra, los que muestran esos crudos fenómenos sociales. El cuerpo, el rostro, sufren, así esté embozado manifiesta ese dolor. Por más que el rostro esté apenas bosquejado, porque más que sus ojos, boca y facciones sólo sean unas cuantas líneas o estén cubiertos por el cubrebocas, percibimos el drama cotidiano de las personas”, reflexiona Enrique G. Gallegos, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en el texto preparado para la muestra en la galería ubicada en Cuba 34, Centro Histórico. La exposición concluye el 13 de mayo.
La tensión entre el espacio urbano y los personajes marginados permanecen en su trayectoria estética, con “distintas figuras, temáticas, tonalidades, trazos y volúmenes: las diferentes manifestaciones de lo popular, la gente de abajo, sus creencias y vivencias, el día a día en el barrio, las preocupaciones cotidianas, el caminar de los trabajadores, las condiciones de marginación de las clases populares-urbanas”.
Reflejo y confrontación
Alfredo López Casanova, curador de la muestra, detalló que se exhibirá obra pequeña; en total, son 26 piezas de dibujos de grafito sobre papel y acrílicos sobre tela que no rebasan el formato de tamaño carta. “La particularidad de la obra de Salvador Rodríguez es que refleja el entorno que está viviendo y sus problemas; nos confronta como habitantes ante un espejo que sería otra forma de ver la realidad, que es la producción plástica”. Siempre carga cuadernitos y agendas, hace rápidos apuntes con mucha destreza, y cuando ve que esa propuesta está sólida, la lleva a la pintura.
Agregó que ha sido un pintor bastante consolidado en la capital de Jalisco. Su obra data desde los años 70, cuando egresó de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. Formó parte del grupo Taller de Investigación Visual, paralelo a los que hubo en la Ciudad de México.
La Resistencia abrió hace un año; combina el café con la galería, para proponer la reflexión con presentaciones de libros, películas y otras actividades culturales. “Tiene la particularidad de exponer obras que de alguna manera reflejan el tiempo que estamos viviendo. La obra de Chava Rodríguez ha sido siempre contundente, reflexiva, en el abordaje de los espacios y las ciudades”.
De manera complementaria, se inaugura Paraísos perdidos, en Punto Magnolia (Magnolia 3, colonia Guerrero), exposición colectiva que incluye telones de Salvador Rodríguez de unos 30 centímetros por un metro.