La construcción de vías, pilotes y otras obras de infraestructura para el Tren Maya en el Tramo 5 Sur –ubicado entre Playa del Carmen y Tulum– afectaría a cientos de especies animales y vegetales endémicas de las cuevas y ríos subterráneos de dicha zona, además de que implicaría un riesgo de colapso y descarrilamiento del ferrocarril, debido a la fragilidad y porosidad del suelo de la región, advirtió el biólogo Roberto Rojo, integrante del Círculo Espeleológico del Mayab, AC.
El experto señaló que el mencionado proyecto turístico podría agravar la crisis medioambiental que ya se vive en Quintana Roo por el crecimiento urbano desordenado y la contaminación.
En entrevista con La Jornada, destacó que la península de Yucatán está formada en su mayoría por roca caliza, la cual es particularmente frágil debido a su porosidad y la infiltración constante de agua, y que tiene apenas 15 o 20 centímetros de suelo por encima de la roca madre.
El sistema de ríos subterráneos que hay en la región, particularmente en el norte de Quintana Roo, es el sustento de una de las pocas selvas bien conservadas que hay en México, junto con la Lacandona, la de Calakmul y los Chimalapas, y representa el hogar de centenares de especies endémicas.
“Estos ríos son ecosistemas por sí mismos, únicos y sumamente frágiles. Ahí encontramos más de 900 especies de animales que dependen directa o indirectamente de las cuevas, entre ellas más de 45 especies de crustáceos ciegos, dos especies de peces ciegos, toda una fauna de artrópodos y 54 especies de murciélagos”, detalló Rojo.
A decir del espeleólogo, al cambiar el trazo original del Tramo 5 Sur de la carretera federal 307 a unos 5 kilómetros selva adentro, se deberán hacer pilotajes y otras obras que afectarán de manera “irreversible” el sistema de cuevas y ríos subterráneos, generando una posible extinción masiva.
Además, “el peligro estructural del Tren Maya es real, porque pasará por bóvedas y cuevas de roca caliza. Hay escenarios que no puedes prospectar, porque si pones una columna y no ves que más abajo hay una cueva, el riesgo de descarrilamiento es real y afectaría no sólo al proyecto, sino también a los pasajeros”, alertó.
Según Rojo, los ingenieros encargados de la obra conocen muchos de estos riesgos, pero en charla con lugareños y expertos han admitido que no pueden hacer cambios a la ruta o suspender los obra “porque ya tienen contratos y echarse para atrás saldría carísimo”.
A lo anterior, dijo, se suma la deforestación de al menos 8.5 millones de árboles y el surgimiento de unos 13 asentamientos urbanos más en los alrededores de las estaciones del tren, en zonas que ya están en crisis por la contaminación y el crecimiento desordenado.
“El tren puede ser la estocada final para los ecosistemas de Quintana Roo”, subrayó el experto.