Las acciones puestas en marcha por el gobierno federal para reforzar la protección de la vaquita marina son “insuficientes”, pues la pesca ilegal continúa en su único hábitat con decenas de pangas que se adentran en el Alto Golfo de California sin ninguna restricción, señaló Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica.
Por separado en una conferencia de prensa, el contralmirante del sector naval de San Felipe, Baja California, José Carlos Tinoco Castrejón, aseguró que personal de la Secretaría de Marina (Semar) realiza operativos aleatorios por tierra, aire y marítimos las 24 horas del día para disuadir la pesca furtiva, aunque la función de la dependencia, indicó, sólo es de coadyuvancia con las autoridades ambientales.
“La Semar no tiene atribuciones en materia de pesca o ambiental; solamente coadyuvamos con las autoridades competentes, que son la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales”, recalcó al precisar que las acciones de la dependencia están sustentadas en el artículo 30 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
Redes prohibidas
Hace unas semanas, en una expedición por los puertos de San Felipe, Peñasco y Santa Clara, Olivera constató que lanchas ilegales salen a pescar por rampas no autorizadas a la Zona de Tolerancia Cero –refugio de la vaquita marina– con redes de pesca prohibidas y “sin inspección” de las autoridades.
Expuso que en el malecón cercano al Faro de San Felipe observó “bajar al menos 10 pangas sin matrícula a la luz del día, con redes (chinchorros) para pescar camarón, y ni en el muelle de San Felipe ni en los puntos de desembarque oficiales, había alguna autoridad inspeccionando; ni Conapesca ni Profepa.
“La única forma de garantizar la supervivencia de la vaquita marina es que no haya ninguna panga en su hábitat, en la Zona de Tolerancia Cero”, enfatizó Olivera en entrevista al señalar que las acciones de la Semar son sólo “medidas disuasorias” y una vez que las lanchas ya están en el polígono de protección.
El ambientalista indicó que debido a que “el gobierno no ha promovido nuevas artes de pesca”, no sólo los pescadores de totoaba, sino también los camaroneros, siguen utilizando redes tradicionales como chinchorros, que “miden cientos de metros y son una amenaza para la vaquita marina”.
Esta marsopa pequeña queda atrapada en las redes clandestinas que pescadores colocan en el Golfo de California para capturar totoaba, pez cuya vejiga natatoria o “buche” se comercializa en miles de dólares en el mercado chino.