La emisión 64 de los premios Grammy, cuya ceremonia se llevó a cabo el pasado domingo 3 de abril, lució como una de las más aburridas de años recientes, inclusive más que la de 2021 en que, a razón del encierro por pandemia, los productores buscaron que fuera más creativa. Mas, la aburrición aludida no se refiere a lo entretenido o no de la misma, en cuanto a actuaciones en directo, o a la carencia de simpatía en sus conductores (de hecho, el anfitrión Trevor Noah es bastante agradable), sino a lo cada vez más cerrado y anquilosado del círculo que arropa la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos, en cuanto a músicos, productores y sonidos promovidos y/o premiados. Cero excitación artística.
Cada año se diluye la esperanza de que su alto impacto mediático arroje luz sobre corrientes o músicos interesantes, que reflejen lo que realmente está teniendo impacto en las calles, los conciertos, o incluso las redes sociales y las plataformas reproductoras, de manera orgánica (esto es, sin payola de por medio, pues es adonde ahora se van tales inyecciones de dinero). Al contrario, la entrega se vuelve cada vez más conservadora, musicalmente hablando; géneros seguros, probados desde hace décadas. Como ya se ha comentado en este espacio otros años, la industria comercial se premia a sí misma, esto es a lo que impulsa como “tendencia” a seguir. Y no es que los ejecutantes no tengan talento, ya sea instrumental, composicional o vocal; la cosa es que se diseñan figuras en particular, las cuales son auspiciadas e impulsadas con mucho dinero; se les asignan productores múltiples, dirección de imagen y hasta de discurso y, por supuesto, pagos considerables en redes, plataformas y medios para su sobrexposición. En las premiaciones las sorpresas son casi nulas, puesto que a lo largo del año, la industria es ya muy poco cauta (por no decir descarada) al ir evidenciando quiénes son sus estrellas prefabricadas, o en caso de ser un poco más autónomas y genuinas, cuáles son al menos aceptadas dentro de ciertos estándares no muy revolucionarios, creativamente hablando.
Es triste que aun en 2022, haya gente que crea que lo ahí mostrado equivale a la tendencia real de la música (salvo contadas excepciones; amén de que cuando es merecido, el premio ayuda a mejorar sus carreras). Al cerrarse cada vez más el círculo, la macro industria, temerosa de perder su poder, deja de evolucionar, hace que todo suene igual y similar a lo de hace 10 años o más; se ahorca a sí misma, reproduciéndose fallidamente entre unos cuantos (musicalmente), cual parientes de una misma sangre. Uno ve la ceremonia y no siente que haya pasión, ni garra creativa, o visos de lucha por impulsar sonidos nuevos (no porque no existan, sino porque aquéllos se dan en áreas menos mediáticas); todo se siente reciclado, amilanado, autocomplaciente, pagado de sí mismo; los discursos de los “nuevos valores” se sienten falsos e incluso los artistas genuinos son opacados por lo engañoso del montaje o por ser poco exhibidos en la ceremonia.
Así, fue cansadísimo ver entre los multipremiados a personajes consentidos como Bruno Mars (con su proyecto Silk Sonic: Disco del año, Canción del Año, Actuación R&B, Canción R&B); a Olivia Rodrigo, la mayor payola del año (hace dos fue Billie Eilish, el pasado fue Dua Lipa): Nueva artista, Actuación pop solista, Disco pop vocal; Lady Gaga ( Disco de pop tradicional con Tony Bennett), Kanye West ( Actuación de rap melódico, Canción de rap, con Jay-Z); y entre los multinominados a Justin Beiber, BTS, la misma Billie Eilish, Taylor Swift, Doja Cat.
Un poco más afortunadas, aunque no del todo representativas del universo musical actual, fueron los reconocimientos a Jon Batiste ( Álbum del año, Actuación y Canción de música de raíces americanas), St Vincent ( Disco de rock alternativo), Jazmine Sullivan ( Actuación y Mejor álbum R&B), H.E.R. ( Actuación R&B tradicional), Esperanza Spalding ( Disco vocal de jazz), Foo Fighters ( Álbum, canción y actuación de rock), Tyler the Creator ( Álbum de rap), Rhiannon Giddens + Francesco Turrisi ( Álbum folk), Los Lobos ( Álbum de americana), Vicente Fernández (Álbum de regional mexicana). Lista completa de premiados: https://bit.ly/38o32ef.
Leti Servín, Dos Campechanos, EKOS.
Sábado 9. 1. Leticia Servín y su magnífico desempeño vocal, en concierto solitario acústico. Foro del Tejedor (Álvaro Obregón 86, colonia Roma); 19:30 horas, $250. 2. EKOS, banda que homenajea a Pink Floyd, en vivo; también, la agraciada cantante Luz María Cardenal; pinchando: Iván Nieblas. Alicia (Cuauhtémoc 91-A, colonia Roma), 20 horas, $150.
Twitter: patipenaloza