Ciudad de México. Laura Kabata, madre de un joven que fue agredido y torturado en 2009 por elementos del Ejército en el estado de Chihuahua, se desangró este viernes afuera de la Secretaría de Gobernación (SG) para exigirle al titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval, que cumpla su promesa de ayudarla a castigar a los responsables de los abusos.
La mujer se presentó la tarde de hoy en la entrada de la SG ubicada sobre avenida Bucareli e introdujo un catéter en la vena de su muñeca izquierda para hacer que la sangre goteara. Con ella, escribió en la pared del edificio leyendas como “Justicia para Oscar” (en alusión a su hijo) y “Las promesas se cumplen”, además de estampar la huella de sus manos.
“Mi hijo Oscar Kabata fue víctima de la Sedena. Cuando tenía 17 años, fue secuestrado, amenazado, torturado y violentado sexualmente. A su amigo Víctor Vaca lo mataron en presencia de mi hijo, de tantos golpes que le dieron. No soportó, los militares sacan una pistola y le dan el tiro de gracia”, afirmó la mujer en entrevista con La Jornada.
Como se ha informado en este diario, Kabata fue detenido por elementos militares el 26 de febrero de 2009 en Ciudad Juárez, Chihuahua, quienes lo sometieron por casi cuatro días a actos de tortura física, sicológica y sexual, en un caso que llevó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) a emitir la Recomendación 38VG/2020.
“Mi hijo es sobreviviente y testigo de todo eso, del tan famoso Operativo Conjunto Chihuahua, a manos del flamante general Felipe de Jesús Espitia Hernández. El señor secretario (de la Defensa Nacional) dijo que nos iba a resolver, que él nos iba a ayudar, entonces estoy haciendo un recordatorio a su promesa”, señaló la manifestante.
A decir de Laura Kabata, se han cumplido “más de 13 años de protestas, de promesas, de actas circunstanciadas, de cartas, de recomendaciones expedidas por la CNDH, pero son esas dependencias que están para defender los derechos humanos quienes más nos han acechado y amedrentado”.
La sangre que este viernes utilizó para escribir consignas en las paredes de la SG, dijo, “es la que hemos derramado todas las víctimas, porque ya no tenemos lágrimas. Mi hijo está muerto en vida, y a los hijos e hijas de mis amigas los han matado o desaparecido. Son las lágrimas que hemos llorado cada uno de nosotros”.
Tras desangrarse por espacio de dos horas, Kabata sufrió un desmayo y luego fue atendida por un grupo de para médicos que arribó al lugar para estabilizarla.