“Hasta nuestros días, Vicente Rojo (1932-2021) sigue generando fecundos espacios creadores basados en los actos amorosos que construyó a lo largo de su vida”, expresó Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), en la presentación del libro Vicente Rojo: Juego de letras (Inbal/Impronta Ediciones). En el acto, celebrado en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la funcionaria estuvo acompañada por la escritora Bárbara Jacobs, viuda del artista, y Vicente Rojo Cama, hijo y diseñador del libro.
“Que este libro cobre vida significa también un compromiso. En ese caso de Inbal así lo asumimos desde siempre”. Para Jiménez, la obra es “un pequeño apunte de todo aquello que tendrá que ser ese homenaje en el que se redescubrirá a Rojo con muchas lecturas que todavía tenemos pendientes”, en referencia a la exposición retrospectiva que se inaugurará el 2 de julio en el Museo de Arte Moderno (MAM).
Respecto del lugar de la muestra, Rojo en vida fue muy claro: “Nos dijo: ‘no quiero estar en el Museo del Palacio de Bellas Artes, sino en la reflexión de lo que significa en este momento arte moderno’”. Jiménez destacó la capacidad única del artista de “fluir entre la pintura, el diseño y la edición, casi como si fuese plasticidad y poética en cualquiera de las dimensiones que pudo construir”.
La titular del Inbal señaló que México debe a Rojo “no sólo los vínculos que se generaron hacia la cultura que nos enriqueció, sino también cuidó mucho que este acto creador estuviese imbricado en todos los acervos del país. Tenemos la responsabilidad y la obligación de seguir explorando su trabajo”.
El libro Vicente Rojo: Juego de letras reseña el trabajo pictórico que realizó entre 2014 y 2019. “Mi padre, siendo muy discreto, serio y alejado del mundanal ruido, era muy juguetón y dueño de un humor fino y sutil”, indicó Rojo Cama, quien también se remitió a su estudio lleno de telas y su forma de pintar: “Jugaba como un niño que aventaba colores, polvos mágicos y pedazos de cartón. La pasaba bomba francamente. Se divertía más que todos juntos. Era un gozo verlo trabajar”.
Isaac Mastri, promotor cultural, habló de su vínculo personal y profesional de 45 años con Rojo: “Llegó el momento en que no quería hacer nada si no me daba el visto bueno. Siempre fue una relación de amistad y admiración hacía él. Lo que decía era ley, aunque nunca se imponía. Sus silencios muchas veces eran más fuertes que las palabras.
“Fue el artista que más me apoyó con el proyecto Libertad en bronce, que resultó muy polémico, porque era la primera vez que sacaban esculturas a la calle. Con Rojo trabajé pintura, escultura y juguetes.”
La historiadora del arte Verana Codina, autora de la presentación del libro, refirió que Rojo siempre tuvo claras las diferencias entre el sistema de trabajo del diseño y el de la pintura, éste último con trazo mucho más libre. Su modo de proceder consistía en “pintar múltiples cuadros simultáneamente, lo que dio como resultado un sistema serial”.