Las culturas zapoteca y nahua “dialogan” en Paseo de la Reforma, a la altura del Museo Nacional de Antropología (MNA), por medio de la estatua monumental de Tláloc y la recién colocada, de manera temporal, Cocijo, escultura del artista juchiteco Sabino Guisu (1986). Este diálogo representa una “utopía” para el entrevistado, quien sostiene que “en algún momento de la historia estas culturas convivieron y compartieron, no sólo comercios, sino también ideas y filosofías. Adoraron a la naturaleza porque es la que nos da la vida”.
Cocijo forma parte del proyecto expositivo del mismo nombre que Guisu muestra actualmente en la galería Maia Contemporary, en la Ciudad de México. Por sus dimensiones –cinco metros de alto– no cupo en la galería. La idea de buscar la forma de colocarla en los alrededores del MNA surgió de la “curiosidad” que provocó la exhibición.
En la antropología de Oaxaca, el culto a la deidad Cocijo se popularizó sobre todo en los valles centrales, principalmente en Monte Albán. En muchas de las tumbas se encontraron “esas famosas urnas funerarias que fueron utilizadas como ofrendas para acompañar al muerto, ya sea un rey o sacerdote”, expresa el artista.
Las representaciones de Cocijo fueron objeto del “saqueo cultural”; es decir, la “extracción de piezas prehispánicas, ahora repartidas por el mundo, situación que suena mucho por las subastas efectuadas en Europa y Estados Unidos” en días recientes. De acuerdo con Guisu, hay pocas figuras de Cocijo en México. El artista vio una urna funeraria de este tipo en el Museo de Arte Kimbell, en El Paso, Texas: un Cocijo sentado con “su forma antropomorfa, como híbrida, de jaguar y serpiente con la lengua bífida”. De ahí partió la escultura de Guisu.
Para el artista, es una forma de “repatriar” la pieza: “Soy descendiente de personas que mantienen sus tradiciones y lenguas. He tenido la fortuna, gracias al arte, de viajar a diferentes partes del mundo y asumir este compromiso, como ciudadano y artista, de estos oficios que a veces viven en los pueblos más marginados de México, cuyas voces no se escuchan. Se necesita del gobierno para ejecutar acciones con el fin de repatriar piezas”.
Guisu tomó una foto a la pieza del museo texano con la idea de hacer “una pequeña recreación”. No se quedó, sin embargo, en la tradición, sino que se transportó hasta el arte contemporáneo y los llamados art toys, tendencia sobre todo asiática, nacida en Hong Kong a principios de los años 90 del siglo pasado. Se trata de crear figuras convencionales a precios no tan elevados como su versión original, con un sentido un poco pop.
Los art toys son esculturas que ya no están realizadas a la manera tradicional, en mármol, bronce o talla en madera, sino con materiales de la época actual, en este caso, fibra de vidrio y pintura automotriz. El entrevistado señala que parte del rostro y los brazos de Cocijo están modelados con impresión 3D. Se trata de una especie de sincretismo entre la pieza original de barro y los materiales sintéticos. Son “puentes” que a Guisu le gusta generar.
La exposición Cocijo permanecerá hasta el 14 de abril en la galería Maia Contemporary (Colima 159, colonia Roma).
Al cierre de esta edición, se desconocía cuánto tiempo permanecerá la escultura Cocijo en Paseo de la Reforma.