Son dos batallas centrales, pero no las únicas que restan, en el segundo y último tramo del gobierno obradorista: dejar firme constancia de legitimidad popular en un ejercicio de revocación de mandato y avanzar en un proyecto energético nacionalista que incluye lo eléctrico, pero, también y de manera relevante, el litio.
El tono de la confrontación política y social ha subido. Sin declaratoria formal delimitante se ha entrado en una fase que se mantendrá en el tramo final del cuasisexenio (cinco años y 10 meses) y probablemente se irá complicando, incluso con riesgo de desbordamiento. Es la pelea del proyecto conocido como Cuarta Transformación (4T) por mantenerse en el poder en 2024, pero también de ahora a esa fecha, con una virtual confabulación de intereses empresariales, mediáticos, partidistas y extranjeros en busca de frenar al hiperactivo tabasqueño y sus políticas (y declaraciones) que tanto irritan a sus adversarios.
A este táctico cierre de filas han debido entrar sin red de protección, sea por convicción o por cálculo, el aéreamente entrampado secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; el comandante partidista de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, y la ayer rebosante jefa de Gobierno de la Ciudad Plataforma, Claudia Sheinbaum, por citar algunos ejemplos (más algunos gobernadores como el veracruzano Cuitláhuac García o el sonorense Alfonso Durazo): el poder en turno volcado en la operación de estilo antiguo que habilita plazas rebosantes como preámbulo del dominical arribo a las urnas revocatorias convertibles en ratificatorias.
Se equivocan los adversarios de López Obrador al considerar que es sólo un acto de narcisismo (ingrediente casi consustancial a todo personaje político importante): el aparato 4T está en pleno movimiento, porque ha trazado una ruta de acción y de defensa que apelará a todos los recursos políticos para enfrentar la proporcional acometida en contra, que es altamente visible (más todo lo que aún no asoma).
Un ejemplo de esa acometida fue señalado por el propio Presidente en su conferencia mañanera de este miércoles, cuando en la lista de los entes extranjeros que hacen cabildeo contra la reforma eléctrica incluyó “básicamente (a) Estados Unidos, el gobierno de Estados Unidos; me consta, pues han venido a eso, a plantearnos que no están de acuerdo, incluso a insinuar que se viola el tratado, cuando no es cierto. Y hay reuniones de los opositores con funcionarios del gobierno de Estados Unidos”.
El señalamiento llevó a Palacio Nacional al embajador del país aludido, Ken Salazar, quien ejerce funciones de prefecto en México, sobre todo en materia del sur nacional (Tren Maya y corredor transoceánico) y de temas energéticos. A la hora de cerrar esta columna no se había emitido información oficial del encuentro. Es decir, si el diplomático fue convocado por la Presidencia de México o fue él quien pidió ser recibido, y los términos de las pláticas que se hubieran realizado.
En otro tema: sabido es que, para fines de ilustración política, AMLO gusta aplicar figuras beisboleras, no sólo para afirmar que se encuentra en plenas condiciones de bateo. Por ejemplo, en días de buen entendimiento con Miguel Ángel Mancera, entonces jefe de Gobierno capitalino, se difundió una gráfica en la que ambos portaban uniforme con la leyenda “Amigos”.
Ayer, en medio del fragor político, fue a un campo de juego y reportó que había anotado una carrera dado que el general Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, lo había impulsado para tal logro.
Astillas
Complicada la situación para quien podría ser el más breve de los (des)tapados fallidos de esta temporada, el secretario Adán Augusto López Hernández, no sólo por la declaratoria del Instituto Nacional Electoral de que violó la ley en su norteño viaje reciente, sino también por su incapacidad de responder a medios sobre el tema, como lo mostró penosamente ayer en un raro uso escapatorio de estaciones del Metro. ¡Hasta mañana!
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