Las condiciones de seguridad del Museo Nacional de Antropología (MNA) no sólo distan de ser las óptimas para un espacio de su magnitud e importancia, sino que “son deficientes”, denunciaron trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que conocen el funcionamiento de ese recinto, uno de los más importantes de América Latina y el que mayor número de visitantes recibe al año en México.
“Es una precariedad que se debe a las políticas de austeridad”, afirmaron, y criticaron que a partir de la presente administración, “por falta de recursos”, el INAH disminuyó el personal de seguridad en el museo.
Al menos desde hace dos meses, sólo dos custodios están asignados a la Sala Mexica, la más grande y visitada de esa institución, mientras “en otras no hay personal de planta” que vigile, señalaron.
Las declaraciones de esos trabajadores –que solicitaron guardar el anonimato para evitar represalias– fueron confirmadas en una visita realizada ayer por La Jornada al MNA, después de que el martes pasado se difundió en Internet un video donde una persona besa y lame varias piezas en ese recinto, hecho del que se informó en estas páginas.
En el recorrido se observó el reducido número de custodios y vigilantes en las salas y cómo varios visitantes se aproximaban a las piezas arqueológicas a una distancia mínima, a unos cuantos centímetros, para tomarse fotografías o videos; algunos incluso las tocaban con las manos, sin que nadie lo impidiera o les dijera algo y sin que sona-ran alarmas.
Se constató la inexistencia de sensores y de un sistema de alertas sonoras u ópticas que adviertan cuando alguna persona se aproxima mucho o hace contacto con cualquiera de las piezas o las vitrinas que las resguardan.
“El sistema de seguridad del museo fue renovado hace cinco años, pero no hay alarmas para cuando se tocan las piezas. Lo que sí es que las vitrinas están blindadas, incluso a prueba de bazucazos”, indicó personal del museo.
“Hay muchas piezas pequeñas que no están resguardas en vitrinas y que, por su tamaño, cualquiera puede tomar y llevársela hasta en las bolsas de los pantalones o sacos.”
Otro trabajador aclaró que en las exposiciones temporales del recinto, donde se exhiben piezas provenientes de colecciones privadas, otras instituciones o del extranjero, “los comisarios responsables exigen que haya sensores para evitar que las toquen los visitantes”.
En cada una de las 22 salas del MNA hay cámaras de seguridad “y no existen puntos ciegos, por lo que se puede saber exactamente el día que fue ese señor (el que las besó y lamió)”, agregó.
De acuerdo con los trabajadores, los policías y los custodios asignados al MNA, “aunque poquitos, siempre están pendientes. Eso quiere decir que aquel señor burló la seguridad. No hay delito qué perseguir si no hubo daños a las piezas, pero eso lo deben dictaminar los peritos”.
Durante un recorrido, en la Sala Mexica se observó cómo un custodiollamó la atención a un grupo de jóvenes que rodeó y tocó una de las obras con el propósito de hacerse una fotografía. “¡Las piezas no se tocan, no se tocan!”, gritó el vigilante, advertencia que los guardias hacen a todos aquellos que ingresan al recinto: “Las piezas no se tocan y las fotografías se hacen sin flash”.
En primera instancia, no existe pena o sanción para aquellos que tocan algunas de las piezas del MNA. El personal de seguridad los conmina a no repetir la acción y, en caso de que lo hagan, se les obliga a salir del recinto, detallaron los trabajadores del INAH. “El tocamiento de las piezas por parte de los visitantes es muy frecuente, sobre todo por parte de extranjeros”.
Sobre la acción difundida el martes, alertaron que “si alguien pudo besar y lamer elementos de nuestro patrimonio arqueológico, ¿quién nos puede asegurar que efectivamente están protegidas las piezas en el museo más importante del país?, ¿quién puede asegurar a los mexicanos que está bien resguardado su patrimonio cultural? Ya se comprobó que cualquiera puede llegar a un museo a hacerles lo que quiera: tocarlas, pegarles un chicle, pintarlas con aerosol o destruirlas”.
La persona que aparece en el mencionado video se hace llamar Pepe Romero. Declaró a La Jornada que su acción fue planeada y participaron tres personas más como parte de un proyecto en el que trabaja desde 2019 y para el cual fue asesorado por restauradores y abogados. El propósito, dijo, es protestar por el oprobio y la extracción realizada desde el primer mundo de la cultura prehispánica
Aclaró que, por instrucciones de sus asesores legales, no podía decir cuándo realizó la acción ni con cuántas piezas estuvo en contacto. Precisó que estuvo en el MNA entre tres y cuatro horas, y aseguró que fue algo que hizo “con sigilo, mucho cuidado y respeto” para cada una de las piezas.“Fue un acto muy pacífico. No pedí permiso a las autoridades; es un acción de guerrilla, de protesta y, como tal, realizada dentro de la clandestinidad”.
Ante la presión de los medios de comunicación, la Secretaría de Cultura federal emitió por la tarde un comunicado en el que informó que la acción fue realizada la tarde del 31 de marzo y que las piezas y objetos museográficos utilizados por aquel individuo “no presentan ningún daño o afectaciones”.
El INAH también manifestó su “desacuerdo ante conductas no autorizadas en los reglamentos esta-blecidos para los recintos culturales que custodian bienes patrimoniales” y aseguró que “ha dado seguimiento a este asunto desde el sábado 2 de abril y, a partir de las evidencias videográficas, se determinarán las acciones legales a seguir”.