San Felipe, BC., En el Alto Golfo de California surge la esperanza para la supervivencia de la vaquita marina, después de que las más recientes expediciones para estudiar a esta marsopa pequeña y huidiza han tenido como resultado el avistamiento de siete a ocho ejemplares adultos y la existencia de dos crías.
La noticia es alentadora, aunque este mamífero marino aún corre peligro de extinción porque queda expuesto a las redes agalleras que colocan pescadores furtivos para capturar al pez totoaba, codiciado porque su vejiga natatoria o “buche” se vende en miles de dólares en el mercado chino.
Operación Milagro
El Mar de Cortés, región de alta biodiversidad, es el único hábitat para el cetáceo más pequeño del mundo. La organización medioambiental Sea Shepherd Conservation Society y la Secretaría de Marina (Semar) pusieron en marcha su octava campaña de la Operación Milagro, en la que participan otras seis dependencias federales, e intensificaron las acciones para preservar la vida de la vaquita marina.
La finalidad es eliminar las redes de enmalle grande, prohibidas dentro del refugio de la vaquita marina (denominada zona de tolerancia cero), polígono de 225 kilómetros cuadrados en el Alto Golfo de California, donde la pesca está prohibida, al igual que el acceso de cualquier embarcación. En esas redes también quedan atoradas tortugas, ballenas, delfines y tiburones.
Los buques Sharpie y John Paul DeJoria, de Sea Shepherd, y la patrulla oceánica Sonora, de la Semar, realizan operaciones de vigilancia las 24 horas en los límites de la zona cero.
En enero pasado comenzaron un nuevo protocolo de información y respuesta que ha resultado, aseguran, en la reducción sustancial del número de pangas y del tiempo que permanecen las redes ilegales en el agua. En lo que va de 2022 han recuperado 70 con una longitud de 9 mil 353 metros, la mayoría de ellas en las costas.
Al sur de Mexicali, se ubica la comunidad pesquera de San Felipe. A las 5:30 de la mañana trabajadores de dependencias federales y personal de infantería de Marina inicia labores de inspección –apoyados por un binomio canino capaz de detectar buche de totoaba– en el muelle Fondeport, única rampa autorizada para que los pescadores ingresen al Mar de Cortés. Remolcadas por camionetas, las lanchas que tienen sus papeles en regla pasan por este punto y salen a pescar curvina, chano, cabrilla, sierra o camarón.
En un recorrido de La Jornada por este puerto, organizado por Sea Shepherd y Semar, se constató que mientras personal de la Secretaría de Agricultura federal lleva un registro con cédulas de verificación por cada embarcación (con número de permiso, matrícula y nombre del capitán), Conapesca y Profepa sólo realizan una inspección visual y se limitan a solicitar que no rebasen el área de refugio de la vaquita marina, delimitado por boyas amarillas.
Alejandro, pescador mexicalense, reprochó durante su revisión que mientras ellos cumplen los requisitos y les imponen reglas, cerca del malecón de la comunidad hay pangas ilegales que hacen la faena y se adentran al mar en el hábitat de la vaquita marina “sin ser molestados”.
A las 8:30 de la mañana, en un recorrido por las playas azul turquesa de San Felipe, personal de la Semar y Conapesca retiraron un par de redes de luz de malla delgada, encalladas entre piedras, dejadas por la primera bajamar del día y en la que murieron enredadas un par de jaibas polveadas de arena.
El largo camino para proteger a la vaquita comenzó en la década de los 90 con acciones para protegerla, pero su población ha ido en descenso. En 1997 se reportaron 567 ejemplares, para 2012 eran 245 y dos años después se contabilizaron sólo 97, según las últimas estimaciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Un grupo de científicos e investigadores, entre ellos Armando Jaramillo y Lorenzo Rojas, zarparon en octubre del año pasado en los barcos Sharpie y Narval del Museo de la Ballena para realizar un estudio en la zona cero y ubicar a vaquitas marinas. En la expedición hicieron ocho avistamientos y “la buena noticia es que hay dos crías; es un grupo sano, lo cual enciende una esperanza muy grande”, aseguró Chuck Lindsey, director ejecutivo de Sea Shepherd.