Tel Aviv. El premier de Israel, Naftali Bennett, condenó ayer la matanza de civiles en Bucha, Ucrania, pero no culpó a Rusia de los hechos. “Estamos conmocionados por las duras imágenes, son escenas terribles”, comentó.
El gobernante añadió que hay “gran sufrimiento” en Ucrania, y destacó que Israel instaló un hospital de campaña en el oeste del país eslavo, del que “todos los israelíes deberían estar orgullosos”.
China reiteró ayer su llamado a mantener conversaciones de paz para resolver el conflicto en Ucrania. Pekín se ha negado a condenar a su aliado ruso por la invasión de Ucrania y ha atribuido el conflicto a la injerencia estadunidense y a la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
La cancillería china reiteró que su gobierno mantiene una posición independiente respecto de la crisis ucrania, y no quiere que las sanciones la afecten; agregó que la nación tiene derecho a defender sus derechos e intereses legítimos. Sostuvo que Pekín y Moscú tienen planes de fortalecer su cooperación estratégica.
La cercanía diplomática entre China y Rusia hizo temer a Estados Unidos y sus aliados que Pekín pudiera ayudar a que Moscú esquivara las sanciones occidentales e incluso suministrarle material bélico.
Funcionarios europeos advirtieron a China de los riesgos de un apoyo semejante a Rusia y la instaron a usar su peso diplomático para poner fin a la guerra.
El alto representante de la Unión Europea para asuntos exteriores, Josep Borrell, afirmó que Pekín prometió al bloque no prestar apoyo militar a Rusia ni ayudarle a esquivar las sanciones de Occidente.
Borrell descartó imponer sanciones contra China por el apoyo a Rusia en la etapa actual de la diplomacia europea.