Aunque cada vez más las mujeres en edad de trabajar se declaran disponibles para ingresar al mercado laboral, su incorporación aún es limitada, situación que ha prevalecido durante años y se acentuó con la pandemia.
Las condiciones económicas actuales, en que persiste el deterioro de los ingresos de los hogares, apuntan a que más mujeres están dispuestas a laborar en actividades económicas, pero son las que tienen estudios incompletos quienes encuentran barreras laborales, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de febrero.
A nivel nacional, la población desocupada, la cual se considera a la que se encuentra sin trabajar, pero que está buscando un empleo, se situó en 2.2 millones de personas en febrero del presente año, de las cuales 40.6 por ciento son mujeres.
Al cierre de febrero, las mujeres con educación primaria incompleta son las que se enfrentan en mayor proporción al desempleo en México.
De acuerdo con la ENOE, la población de mujeres desocupadas con primaria incompleta aumentó 22.26 por ciento en febrero con respecto del mismo mes de 2021; mientras las de secundaría incompleta 9.60 por ciento durante el periodo de referencia.
Asimismo, las mujeres desocupadas de 45 a 64 años aumentaron 34.7 por ciento en febrero.
A medida que el estado de emergencia por la pandemia se relajó, las mujeres con 65 años se han incorporado al mercado laboral, tanto formal como informal, pues la desocupación en esta edad reportó una caída de 44.8 por ciento en febrero del presente año al mismo mes de 2021.
En México, la incorporación de las mujeres al mercado laboral ha sido lenta y predomina la informalidad. En el segundo mes del año la condición de informalidad en las mujeres aumentó 10.46 por ciento de manera anual.
Según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al último trimestre de 2021, los ingresos laborales promedio de la población ocupada femenina fueron 20 por ciento inferiores que los de los hombres.
Además, mientras 11 por ciento de los hombres ocupados percibió un ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria (línea de pobreza extrema por ingresos), para las mujeres esta proporción llegó a 16.5 por ciento.
De acuerdo con Guillermina Rodríguez y Myriam Rubalcava, analistas de Citibanamex, la mayor parte de las mujeres, 68 por ciento del total, que podrían ingresar a la población económicamente activa (PEA) están dedicadas a los quehaceres domésticos, mientras 14 por ciento corresponden a estudiantes y el resto a pensionadas y no activas.
No obstante, “la sobrecarga por labores domésticas y cuidado de personas dependientes, en un ambiente con carencia a servicios de guarderías, entre otros, son algunos de los factores que limitan su incorporación”, precisaron las especialistas.
Añadieron que el desempleo y alta participación en la informalidad son algunos de los mayores retos que enfrenan las mujeres.