Madrid. La escritora mexicana Margo Glantz escribió en 1996 su novela más erótica, un cuestionamiento al género, en la que había escenas de enorme violencia, afrentas a la moralidad y subversión sin tapujos de la visión de la mujer como cuerpo colonizado.
Apariciones, que ahora se publica en España gracias a la iniciativa de la joven editorial gaditana Firmamento, que decidió romper el muro con el que se topó este libro en el mundo de las publicaciones en castellano, que se había negado a reproducirlo, quizá por la crudeza de su literatura, por miedo a la reacción del público o por simple ceguera. Glantz recordó que en cualquier caso “la literatura no puede ser moralista. Tiene que mostrar la realidad y ésta muchas veces no es moral”.
Un día de finales de la década de los noventa, Glantz vio en una sala de cine una obra que la dejó conmocionada, Saló, o los 120 días de Sodoma, basada en el libro del Marqués de Sade y que el creador italiano Pier Paolo Pasolini llevó a cine para mostrar sin filtros la crueldad y violencia del fascismo. La escritora mexicana, nacida en 1930 y con una larga trayectoria académica y literaria, sintió la necesidad de sentarse a escribir. Según relató en la presentación de la edición española, en la Casa de México en Madrid, durante el proceso creativo se intercalaron varias ideas u obsesiones con las que trabajaba en esos momentos: el erotismo, el amor místico y carnal que evocaban las monjas filósofas y poetas que estaba estudiando, como Sor Juana, Santa Teresa y María de Agreda, pero también el proceso creativo para construir una novela con todas esas tramas en paralelo.
La novela, una vez escrita, se publicó en México, con Alfagura, y tuvo varias reimpresiones, incluso una en Costa Rica. Sin embargo, en sus varios intentos por publicarla en España, primero en Tusquets, en el sello de La sonrisa vertical, especializado en literatura erótica, y después en Anagrama, siempre se topó con una negativa de los editores. “Es probable que hayan tenido miedo, quizá por el voyerismo que hay en la novela de una niña pequeña. O el juego, un tanto perverso, de los padres”.
Glantz explicó que al final del libro hay una apartado a las dedicatorias de los autores o figuras que le inspiraron para escribir este texto, entre quienes están, por supuesto, Pasolini y el Marques de Sade, pero también figuras como Kawabata, Georges Bataille, José Gorostiza, Francisco de la Maza y Giorgio de Chirico, entre otros.
“El libro plantea el problema de la escritura, de las dificultades para crear una novela, cómo se va gestando una narración a partir de que se ponen las manos sobre el teclado. Se plantea el problema de la literatura femenina; cuando publiqué mi libro imperaba el estilo de Isabel Allende, Ángeles Mastretta o Laura Esquivel, muy vinculado a Cien años de soledad, donde las mujeres veían mariposas, y mi obra no tenía nada que ver con eso. Rompía totalmente”, explicó Glantz.
Los padres de la novelista emigraron de Ucrania durante la primera mitad del siglo XX, huían de la persecución y el hambre. Escribió sobre su estirpe, recreando la figura de sus abuelos, que crecieron, uno en un pequeño pueblo en las proximidades de Kiev, y el otro en Odesa. Por eso sigue con preocupación y dolor la guerra: “Es horrible. Enfrentamos una posible nueva guerra nuclear y masacres tan escandalosas, que aunque en mínima escala es lo que pasó durante el fascismo, que sigue siendo muy vigente y cada vez hay más regímenes que se le acercan. Es tremendo”.
La escritora admitió que durante la pandemia se “atontó” un poco y no escribía, pero ya inició sus memorias: “he escrito seis páginas en seis meses”.