En el libro Arden se explora un México muy herido y complejo desde siempre, condiciones que se han ido acentuando desde una intención de fondo amatoria, civil y filosófica, dice la poeta Melisa Arzate Amaro, coautora con Antonio Calera-Grobet.
En entrevista con este diario, la también promotora cultural refirió que el título, editado por la Universidad Autónoma de Baja California, nació de distintas conversaciones con Calera-Grobet: “Antes del encierro, y con mayor razón durante él, conversábamos de cosas que tenían que ver con cómo percibíamos nuestro país y la formación de ese ciudadano ahí”.
El poeta menciona que la obra, con prólogo de Eduardo Milán, contiene “mucho de la forma de ubicar al amor desde los surrealistas, de André Breton y Octavio Paz; leímos a Freire, pero también mucha poesía de diferentes generaciones, escrita por mujeres y hombres, pinponeando lo que veíamos de la pandemia como espejo universal, pero también de las noticias desgarradoras de México, que nos da el elemento profundo o en el imaginario. Guillermo Bonfil Batalla siempre sale”.
Arzate Amaro agrega que en el texto “se apuntaban cosas que no se estaban diciendo en la literatura y que era necesario expresar en el contexto de un país muy herido y complejo, que se ha acentuando por diversas razones, sobre todo por una pobreza inmensa en todos los sentidos”.
Se fue construyendo en varios entornos: Valle de Bravo, Oaxaca, Cuba y un jardín en las inmediaciones de la Ciudad de México “el cual empezamos a construir poco antes de la pandemia y que no imaginamos que nos iba a servir como búnker y salvación durante los meses de encierro”, agrega la autora.
“Está hecho con absoluta honestidad, consistencia y congruencia con lo que está escrito; se hizo con amor y libertad; tiene pensamiento, poesía, ensayo, ficción y reflexión en torno a la comida y la sociedad. Es transparente, de dos ciudadanos del mundo que plasman como quisieran verlo, no necesariamente de manera pacífica, ni idealista, sino confrontativa, en ocasiones muy dura y violenta.”
El tema de la comida se aborda extensamente en Arden, pero no de la forma de “una alta cocina, ni un refinamiento o una reflexión culinaria exorbitada. Hay muchos textos que tienen que ver con hacer de la cocina un lugar donde ocurre un vals entre los que se aman, pero también en la mesa donde suceden las grandes conversaciones, la construcción de la cultura que acabará por convertirnos en civilización.
Destaca un texto donde reflexionan de lo que se denominan “restitos o la comida de sobritas, y cómo en ella no solamente estaba la maravilla de las madres y abuelas de saber reinventar y aprovechar todo, sino la posibilidad de que ante un país que nos ofrece crisis y pobreza desde hace mucho tiempo, unir y aprovechar al máximo todos los recursos para no sólo llenar las panzas de los niños y satisfacerlos momentáneamente, sino dar amor, nutrir. Hay mucho de una idea de la belleza y también del dolor de la comida”.
Calera-Grobet coincide en que “no debe ser pensado como un libro de gastronomía; es decir, tiene que ver mucho cómo se menciona a la cocina; por ejemplo, en la pintura sostener: ‘vamos a la cocina de la pintura’; o sea, la idea de hacer brebajes, en este caso de ideas, cazuelas de conocimiento, a la cual uno y otro le van poniendo. Hay que decir que este libro es machihembrado, no solamente porque es de dos autores, sino porque también nos permitimos meter la cuchara en el texto del otro.
“Mucho tuvo que ver que, como estábamos en pandemia, fue necesario allegarnos los alimentos de una manera que no era habitual, pero también dimos de comer a la gente en nuestra Operación Comida, en la combi en la que salimos a dar alimentos y bebidas decenas de veces.”
El autor añade que “la noción de con lo que uno se alimenta, no solamente de comer, sino con lo que uno restaura su alma, también fue parte de este libro, y eso es mucho más medular que hablar de que alguien perdió la vida al ir por un aguacate, porque sí pasó. Se involucraron dos cerebros que pusieron ingredientes para que los textos cuajaran y llegaran bien plantados al lector”.
Relata que querían que el volumen fuera acuñado por una casa de estudios y que fue presentado hace unos días en Baja California, pero que intentarán hacer muchas más conversaciones en torno a él. “Nuestro objetivo es filtrarnos en la Feria Internacional del Libro de Cuba de este año; también lo vamos a presentar en Oaxaca, en Guadalajara, en Monterrey y en tantos espacios excéntricos se pueda.
“Intentaremos llevarlo a bibliotecas públicas o a alguna en cada estado del país. El propósito es que llegue el libro a bajo costo a manos de los lectores.”