La postura de Austria respecto del penacho de Moctezuma siempre ha tenido tintes colonialistas que han desestimado no sólo el valor simbólico y patrimonial que esa pieza tiene para México. Ellos argumentan que no existen pruebas fehacientes de que la majestuosa obra de arte plumario haya llegado a Europa producto del saqueo de los conquistadores españoles, “lo cual es falso; sí hay datos para tener, al menos, la duda razonable de que Hernán Cortés lo robó”.
Así lo explica el antropólogo Miguel Ángel Adame Cerón, quien realiza una amplia investigación acerca de los orígenes del penacho y, sobre todo, de la controversia de los años recientes, pues “existen muchas versiones encontradas”.
En entrevista con La Jornada, el especialista insiste en la importancia de refutar las declaraciones que hacen los austriacos que tienen en su poder el penacho, “porque ellos han dicho que puede haber muchas hipótesis, pero que ninguna se puede verificar, ya que no existe un escrito explícito que diga, incluso, que el penacho perteneció a Moctezuma.
“Pero sí hay fundamentos para explicar que se trata de un objeto expoliado y los datos que existen sí pueden acercarse a la verdad.”
“En el ADN de austriacos”
La directora del museo etnográfico de Viena, Sabine Haag, y el curador de la sala donde está el penacho, Gerard van Bussel, declararon hace poco a medios españoles que el penacho “también está en el ADN de los austriacos”.
Sin embargo, añade Adame Cerón, aunque también mencionan que Austria no fue un país colonialista, “sí están involucrados en situaciones que lo son, sobre todo por su actitud al decir: ‘nosotros tenemos desde hace 400 años el penacho, ya nos pertenece y lo compartimos con ustedes como un patrimonio cultural conjunto, pero nosotros nos lo quedamos’, argumentando cuestiones técnicas.
“Dicen que el público mexicano tiene acceso gratuito al museo, ¿cuántos mexicanos pueden viajar a Austria a apreciar ese patrimonio?
“Hay curadores del museo que han tenido el interés y la necesidad de argumentar, como Christian Feest, quien hizo una investigación histórica interesante cuando se conformó una comisión binacional hace una década, pero las conclusiones a las que llega no tienen la perspectiva ni la capacidad de entender que el penacho pertenece a México no sólo porque fue hecho aquí, sino por toda la cosmogonía, la mitología, el arte y el valor histórico.”
El antropólogo, autor del libro La Conquista de México en la mundialización epidémica (2000), cuenta que muchos especialistas mexicanos mencionan que Moctezuma envió a Cortés atavíos “que pertenecían a los dioses” cuando los barcos españoles llegaron a las costas de Veracruz, porque pensaba que se trataba de la llegada de Quetzalcóatl.
Es cierto que hubo intercambio de regalos, pero una pieza tan valiosa simbólicamente para el tlatoani Moctezuma no habría sido entregada tan fácilmente, ni siquiera como tributo.
Si bien en sus cartas de relación Cortés menciona que recibió una pieza grande de plumaje de colores, “que se pone en la cabeza, con 68 piezas pequeñas de oro y unas 20 torrecitas del mismo material”, es evidente que esa descripción no corresponde al penacho que se encuentra en Viena, pues éste tiene mil 544 piezas doradas, es “muchísimo más esplendoroso y con una confección más especializada. La hipótesis del saqueo es la que me parece más apropiada”.
Robo en presencia de Moctezuma
El catedrático de la Escuela Nacional de Antropología e Historia mencionó que el historiador español Francisco López de Góngora (1511-1559) narró cómo Cortés pidió a Moctezuma que le mostrara sus riquezas, con el argumento de que el rey de España necesitaba más oro.
El tlatoani le mostró las cámaras donde estaban sus tesoros, entre ellas “muchas y ricas ropas de algodón y plumas, tejidas a maravillas, no tenían igual en colores y figuras”, escribió el cronista.
Lo interesante de ese pasaje, señala Adame Cerón, “es que los conquistadores supieron dónde estaban guardadas las piezas que fueron codiciando. Si en un primer momento no tomaron nada de ahí, cuando apresaron a Moctezuma, Cortés quedó libre para tomar lo que quisiera, tanto del palacio de Axayácatl como de los propios aposentos de Moctezuma. En el texto de López de Góngora se describe cómo fue separando Cortés las piezas de oro, apartando las que le gustaban más.
“Hay evidencia del saqueo estando ahí Moctezuma, quizá libre, pero presionado, después, cuando estuvo preso, los conquistadores tuvieron manga ancha para escoger. Pienso que Cortés sustrajo de ahí el penacho, cuando se dio cuenta de que era un objeto esplendoroso, ya sea con la venia de Moctezuma presionado o simplemente lo robó.
“El penacho se utilizaba en ceremonias especiales, como el inicio de batallas de guerra y posiblemente se trata de una herencia de Ahuizotl, tlatoani y tío de Moctezuma.
“La etnohistoriadora estadunidense Frances Berdan menciona en un texto publicado en la revista Arqueología Mexicana que en las batallas los guerreros prehispánicos iban ataviados con parafernalia altamente simbólica, preciadas prendas adquiridas como botín de guerra, y que durante el reinado de Ahuizotl, ‘los guerreros mercaderes ganaron un penacho de plumas de quetzal, y lo presentaron directamente ante su gobernante. Tanto le gustó a Ahuizotl que lo incorporó a su vestimenta militar’. Creo que ese es el penacho en cuestión y puede ser que Ahuizotl lo haya enriquecido, pues era aficionado a esos objetos. Se sabe que tuvo un pico de águila de oro, hoy perdido.”
Para los austriacos, insiste, “estas son meras teorías; el curador del museo de Viena dice que mientras no haya un escrito explícito no se puede saber la verdad, pero, obviamente, hay elementos que nos hablan de que el penacho no es cualquier objeto; por su finura e ingeniería, destreza y esplendor, está elaborado para representar al quetzal macho en movimiento.
“La investigadora María Olvido Moreno afirma que casi, casi, el penacho es un ‘códice andante’; es decir, transmite un simbolismo, una cosmogonía. Qué bien que Austria lo ha conservado 400 años, pero al analizar la historia profunda de la pieza, no les pertenece. Pero nunca lo van a entender ni a ceder. Incluso ahora lo llaman penacho ‘del México antiguo’, ya no de Moctezuma, porque entonces tendrían que reconocer que fue robado.
“Es un asunto que tiene que ver con lo que decía Guillermo Bonfil Batalla, que el México moderno tiene una matriz histórica profunda. Entonces, el penacho, al ser un objeto que contiene tantas cosas simbólicas, materiales y artísticas, lo eleva respecto de cualquier otra pieza, y el asunto es que no está en México”, concluye el investigador.