En el contexto de la conmemoración de los 42 años del martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero, la llamada Alianza Global ConVida20 –con la que un sector de la juventud de América Latina y el Caribe intenta responder al desafío que le lanzó el papa Francisco, de imaginar otro mundo después de la pandemia de covid-19–, llevó a cabo del 21 al 25 de marzo un encuentro virtual a escala continental en respuesta al Foro Económico de Davos, el cual en febrero de este año se planteó en forma gélida y de manera tecnocrática el problema de la desigualdad social.
El encuentro se dividió en cuatro paneles: Mujeres en Lucha y Militarización; Migración, Territorios, Pueblos Originarios y Afrodescendientes; Deuda Externa y Renta, y Crisis Climática y Tecnologías. En él participaron más de 100 delegadas y delegados de las organizaciones que integran y apoyan a la alianza, unidas para discutir y crear caminos para la construcción de un mundo en el que se proteja a todas las vidas del planeta, impulsadas por la utopía de monseñor Romero de “cambiar de raíz todo el sistema”.
Haciendo un balance de la crisis mundial, que se agudizó con el covid-19, se denunciaron las contradicciones que encara el modelo sostenido por el Foro Económico Mundial, denominado Capitalismo de las Partes Interesadas, en el que los Estados renuncian a su papel como garantes de derechos fundamentales, y delegan progresivamente sus funciones a las grandes corporaciones. Como en el caso de la crisis climática, en la que la aspiración de la COP26, retomada por Davos, es sólo llegar en 2050 a “emisiones netas cero” de carbono, las que no significan que cese la contaminación, sino sólo que éstas podrán ser compensadas a través de transferencias de recursos y mediante la carga de los contaminantes de naciones centrales a países periféricos. Lo cual pone de manifiesto que para que unas naciones puedan llegar a cero emisiones, es necesario que otros absorban los estragos generados por el deterioro ambiental, visibilizando así que la desigualdad es intrínseca al modelo capitalista.
Al mismo tiempo se hizo un llamado a continuar y fortalecer la organización de los pueblos, de la sociedad civil y de los movimientos sociales, que son los que a través de su incansable labor han construido alternativas de otros mundos posibles en medio de la crisis sistémica que vivimos.
En conferencia de prensa se afirmó: “la esperanza está en la articulación de los pueblos victimizados, quienes desde lo local a lo global expresan su fuerza transformadora en dirección a conseguir una vida con dignidad para todas y todos”. Producto de los cuatro días de reflexión que realizaron las ocho comisiones que conforman la Alianza Global ConVida20, se trazaron rutas de trabajo para abonar a la construcción de un mundo más equitativo, justo y digno, en el que todas las vidas de nuestra Casa Común sean consideradas y protegidas.
Entre estos acuerdos, destacan: 1. Ir desmontando el patriarcado dentro de las Iglesias y toda la sociedad, mediante talleres, cursos, foros y conversatorios; 2. Revitalizar y resignificar la dimensión social, política, económica, ecológica y cultural del acceso a la tierra y el territorio, respetando las cosmovisiones de los pueblos originarios y afrodescendientes; 3. Identificar y denunciar a los responsables individuales y los mecanismos estructurales responsables de la crisis climática, y fortalecer las luchas que velan por el cuidado de la Casa Común, y 4. Reflexionar sobre la denuncia a los poderes que tienen en sus manos las tecnologías de la información, quienes se apropian de nuestra libertad y nuestro derecho a la privacidad. Apostar por el uso de software libre y no privativo.
El encuentro fue un llamado a pensar y construir alternativas de mundo, haciendo énfasis en las contradicciones exacerbadas del sistema actual, que ha agudizado su crisis por el covid-19. Y que, partiendo de esta experiencia global, se ha podido hacer patente que la defensa de la vida de las personas es también la de todas las vidas; que la defensa del territorio, sus recursos y frutos, es la defensa del presente y el futuro, pues nos debemos a la tierra de la que somos parte, y que la paz y la solidaridad son los caminos para poder hacer frente a cualquier contingencia.
En el encuentro se hizo también un fuerte llamado a la paz, hasta el punto de que se dedicó todo un día a reflexionar sobre su construcción y consolidación en el continente americano y el mundo de hoy. Y antes de que ocurriera la invasión de Ucrania por Rusia, se enfocó esta problemática considerando al militarismo como una amenaza para la paz, tanto en algunos países de América Latina, mencionando los casos de Colombia, El Salvador e incluso México, así como el de otras regiones y naciones del planeta. Particular énfasis se le dio también al problema de la contaminación, que los países del primer mundo creen solucionar con medidas tecnológicas, y los del llamado tercer mundo mediante la transformación de patrones de consumo.