No hablaremos de virtudes o vicios del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) ni de tlayudas o estatuas dialogantes. Más interesante es revisar una situación del momento que es sorprendente, todo un criptograma: ante la agresión rusa a Ucrania los ejércitos de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN) están paralizados, inutilizados ante una posible guerra generalizada con Rusia. Están increíblemente confiscados y no por razones propias, sino por dictados de política exterior de los países líderes.
Esta inusual revelación fue externada por el propio presidente Biden y su secretario de Defensa, general Lloyd Austin, que implica la imposibilidad de comprometerlos en una guerra masiva con Rusia por temor a una reacción de alcances incontrolables. Son ejércitos organizados desde 1949, tiempos de creación de la OTAN que hoy son inútiles, pues operarlos significaría desatar una nueva guerra mundial. ¿Entonces?
La OTAN es una alianza militar intergubernamental que constituye un sistema de defensa colectiva en el cual los 30 estados integrantes, todos europeos salvo EU y Canadá, acordaron defender a cualquiera de sus miembros que fuera atacado por una potencia externa. Constituyen la fuerza armada combinada (en lenguaje militar significa que es una organización con efectivos multinacionales) más formidable después de la invasión de Normandía.
La primera inquietud sería el saber de esas fuerzas su misión, magnitud y poderío. Muy difícil intento para alcanzarse en este breve texto, pero existen datos globales suficientemente indicadores para sustentar su gran dimensión, como es su presupuesto de gasto y participaciones por país.
En 2017 el conjunto de países miembros ejerció el gasto militar equivalente a 52 por ciento del total mundial, eso da idea de su magnitud. La inversión total estimada en 2018 fue de un billón 13 mil 406 millones de dólares estadunidenses.
De ese enorme total la aportación de ciertos países líderes es la siguiente: EU, 3.5 por ciento, Alemania 1.24, Francia 1.81, Gran Bretaña 1.10, Bélgica 0.93 y Canadá 1.23.
La estructura y misiones militares de la OTAN es dirigida por un grupo llamado Comité Militar que cumple la función de dar directivas a las dos agrupaciones estratégicas de la organización:
El Mando Aliado de Operaciones que está compuesto por cuarteles generales y tropas combinados que son los brazos armados ejecutivos de la organización.
El Mando Aliado de Transformación que tiene la misión de estudiar la evolución estratégica de la situación y la necesaria adaptación de las políticas, estructuras, fuerzas y capacidades militares.
Para una organización militar resulta extraña la existencia de un órgano de planeación fuera de ella y de esa justa duda se deduce el hecho causante: el futuro de los ejércitos lo determinan los cuerpos políticos, no el estamento militar.
Con esa condición limitante surge la pregunta: ¿cuáles han sido las conclusiones de esta suerte de estado mayor combinado en relación con su único enemigo que es Rusia?
Pareciera que durante la larga serie de todo tipo de escaramuzas desde 1949 no se experimentó una situación de deterioro de las relaciones que llegaran a una especie de guerra prolongada de desgaste, forma de lucha que aparentemente eligió Rusia y que busca la debilitación paulatina de Ucrania hasta su sumisión que en su defensa quedará mal con OTAN y Rusia. ¿Atinaron los estrategas rusos? Aún no se sabe.
Los aliados engañaron a Ucrania con promesas, dejándola colgada en una guerra que los occidentales no pueden hacer. Esto es, se lanzaron de narices sin saber a qué y en ello arrastraron a Ucrania.
Hoy observamos a la arrogante OTAN con su inmensa burocracia y potencial bélico inmovilizada. Observamos al no menos arrogante EU, el verdadero jefe, echando bravatas, pero acorralado con las manos atadas.
Inusitado deber de esos ejércitos es el de cumplir con preservar la paz con sus métodos bélicos habituales, pero con la condición de no empeñarlos en operación alguna. Pareciera ser cosa de extravíos de la razón. Los comandantes y tropas de las unidades de combate deben estar desconcertados.
En la situación hay un mensaje críptico: si esa mayor agrupación militar no puede ser empleada en el fin para el que fue creada, garantizar la paz en Europa, entonces quién o qué la garantizará y para qué servirán entonces los ejércitos a futuro. En sus países son instituciones sustantivas, admiradas por su orden, disciplina y eficiencia. Entonces cuál es su futuro. Cada país debe encontrar su respuesta.
Ahora a nosotros nos convidan con intenciones siempre aviesas. En noviembre pasado el secretario de Defensa de EU, general Lloyd Austin, externó la posibilidad de que México se adhiera a la OTAN y ya sabía a qué.
Y una perla final: el general Glen VanHerck, jefe del Comando Norte de EU, al que ellos dicen que estamos adscritos, informó al senado estadunidense que estamos invadidos de espías rojos, bad hombres. Demos gracias al general. Pero en la realidad, nosotros ¿por dónde andamos?