Al leer con detalle el texto de Inhibición, síntoma y angustia, de Sigmund Freud, la vinculación entre el trauma y el instinto de muerte subyace en él y esto puede corroborarse en una nota a pie de página que dice: “Con frecuencia sucede a pesar de que una situación de peligro pueda percibirse en forma correcta una cierta cantidad de energía pulsional se agrega la angustia real”.
En la guerra entre Rusia y Ucrania (Estados Unidos), la demanda pulsional tiene un tinte masoquista, la pulsión de destrucción se dirige contra el sujeto mismo, tal vez este exceso que se agrega puede dar explicación a los casos en los cuales en los casos de angustia son exageradas o paralizantes.
Habría que agregar que los enfermos de las neurosis traumáticas brindaron a Sigmund Freud el mejor ejemplo de fenómenos síquicos que no obedecían al principio del placer, sino a una compulsión a la repetición que se desarrollaba independientemente de este principio.
Esta tendencia a la repetición resultaba inherente a la naturaleza de esta situación traumática. Dicha tendencia a la repetición, como sucede en las disputas de Oriente y Occidente, conducen a buscar sus últimas consecuencias, las bases del conflicto intrasíquico hasta encontrar la pulsión de muerte.
Entre las manifestaciones de esta pulsión de muerte, además de los sueños de las neurosis traumáticas, existen las expresiones en el juego infantil. En las neurosis y las repeticiones con especial énfasis en los aspectos traumáticos edípicos y en el complejo de castración.
Otro ejemplo son las reacciones negativas donde los remanentes de la pulsión de muerte, aunados a los sentimientos de culpa inconscientes, no pueden ser vertidos al exterior, menos pueden ser integrados en el superyó ni ligarse a la libido, trascurriendo en una muda existencia dentro del individuo ¿o los países en las guerras?
¿Existirá la posibilidad de sublimar la pulsión de muerte ligada al trauma (de las guerras mundiales anteriores, de las guerras Oriente y Occidente)? Un paso adelante es que ya se vieron las caras los representantes diplomáticos de Rusia y Ucrania.
¡Ya chóquenlas, porfa!