El próximo 2 de junio se cumple medio siglo de que una pacífica protesta en la ciudad rusa de Novocherkask terminara en una terrible masacre. Los manifestantes portaban banderas rojas y retratos de Lenin y cuestionaban las medidas económicas del Partido Comunista. Dirigentes del gobierno, presidido por Nikita Kruschev, ordenaron al ejército y a oficiales de la KGB disparar contra la multitud. Los medios de información rusos ocultaron lo ocurrido.
Murieron 30 personas, enterradas en secreto por agentes de la KGB en fosas que fueron reveladas a los familiares hasta junio de 1992. Dos años después, desenterraron la mayoría de los cuerpos y los colocaron en el monumento construido para recordar la masacre. Más de 200 personas fueron arrestadas acusadas de diversos delitos. En un juicio a gusto del sistema, siete fueron condenadas a muerte y el resto a estar en la cárcel hasta por 15 años.
Todo comenzó semanas antes de la masacre con una huelga de los trabajadores de la fábrica donde se construían locomotoras eléctricas. Les ordenaron aumentar las cuotas de producción sin tener las condiciones adecuadas para laborar. A ello se sumaron los efectos del aumento de los precios de los lácteos y de la carne en toda la Unión Soviética. Ambos productos escaseaban en las tiendas. En Archipiélago Gulag, el escritor Aleksandr Solzhenitsyn se refiere a lo ocurrido esos días en Novocherkask y cómo algunos de los arrestados fueron enviados a Siberia.
en 1992, Los responsables de la masacre, destacadamente el líder Kruschev y sus cercanos colaboradores Anastas Mikoyan y Frol Kozlov, así como los dirigentes de la KGB, fueron encontrados culpables de lo ocurrido. Sus nombres y la impunidad que los cobijó se recuerdan cada año en Novocherkask. También, al comandante de las tropas del Cáucaso, el general Matvey Kuzmich Shapochnikov, quien no acató la orden de atacar con tanques a los pacíficos manifestantes, por considerar que no eran “enemigos”. Fue degradado y arrestado.
Para que las nuevas generaciones de rusos sepan de esa masacre, el prestigioso director de cine de ese país, Andréi Konchalovski, recrea los trágicos días en Queridos camaradas (2020). El ex colaborador de Andréi Tarkovski coloca en su película al espectador como testigo de la represión y la intolerancia del régimen soviético.
Laureada en varios festivales, Queridos camaradas cobra actualidad por la sangrienta invasión rusa a Ucrania.