Ciudad de México. El más reciente héroe de Marvel es difícil de explicar. Es un hombre y, sin embargo, también un murciélago. No es Batman. Permítanme intentarlo de nuevo: es un vampiro que camina de día, aunque no, no es ese genial gato Blade. Este tipo es bueno pero también muy malo. Claramente tiene una crisis de identidad y su película está igualmente en problemas.
Morbius es una obra poco memorable y a menudo risible en el intento de Sony de llenar su propio universo cinematográfico adyacente a el Hombre Araña, una succión de tiempo poco original, mal editada.
Desperdicia el considerable talento de Jared Leto, que aquí luce muchas veces como el cantante gruñón de una banda de death metal. Tan confusa es la ejecución de la película, que parece más de terror que de superhéroes.
Leto interpreta al doctor Michael Morbius, bioquímico frágil, brillante y rico con una rara enfermedad sanguínea cuya búsqueda desesperada de una cura lo lleva a un suero que lo fortalece, pero también lo convierte en un vampiro sediento de sangre.
Después de una dosis de suero, pasa de necesitar muletas a balancearse en el aire sobre tubos como un atleta olímpico. “No sé de lo que soy capaz”, señala. Una desventaja: tiene que beber bolsas de sangre, así es. También parece ser capaz de convertirse en murciélago y volar; es incomprensible por qué no ha salido volando de esta película.
Los realizadores, Daniel Espinosa, cojeando con un guion serpenteante de Matt Sazama y Burk Sharpless, simplemente no saben qué hacer con esta criatura una vez que nos han contado su historia de fondo. Introducen una rivalidad con su mejor amigo (Matt Smith) y un interés amoroso (Adria Arjona) con la esperanza de alcanzar algo shakespeariano, pero apenas se mantienen a flote.
En lugar de un estilo visual uniforme y conciso, presentan un trabajo de cámara inestable y un buffet de películas anteriores: Matrix, Sicópata americano, Los sospechosos de siempre y Un hombre lobo americano en Londres. Se desata la violencia típica de Marvel con tanta fuerza que nuestro héroe hace añicos las calles de cemento de Nueva York y hasta del sistema del Metro.
Lo asombroso es que, a pesar de tener toda una película, sabemos muy poco sobre Morbius. Es tan recto que rechaza un Premio Nobel, pero está perfectamente de acuerdo con matar secuaces. Hace delicados animales de origami para niños enfermos y, a pesar de tener montones de dinero gracias a la invención de la sangre artificial, usa un reloj Casio barato. En un momento, pierde el foco como protagonista cuando el personaje rival de Smith secuestra la película por completo.
El equipo de efectos especiales trabaja horas extras para dar a Leto, que desafortunadamente lleva el pelo recogido en un moño toda la película, algo de murciélago: sus pupilas se nublan y los vellos de las orejas vibran como si estuviera usando un sonar. Su piel se estira repentinamente sobre sus huesos y también gruñe mucho. Por alguna razón, cada vez que salta lo envuelve una nube viscosa. También puede ir en cámara lenta y esquivar balas, y las escenas de acción se desarrollan en momentos en los que, de repente, todo está estilísticamente quieto y silencioso, como dentro del ojo de un huracán.
“Es una maldición”, declara Leto en un momento y uno se pregunta si tal vez está hablando sobre el papel y su lugar en su carrera. Pero él estará bien. Sólo tiene que ignorar momentos como cuando Morbius está encadenado a un escritorio en la sala de interrogatorios de una jefatura policial y dice: “Estoy empezando a tener hambre y no quieren verme cuando pasa eso”.
Habrá mucho debate sobre dónde se encuentra Morbius en el canon de Marvel. Hay indicios de que tiene futuro luchando contra el Hombre Araña, pero tal vez lo mejor para nuestro vampiro antihéroe es simplemente ignorarlo o aplastarlo como un murciélago rebelde.
Morbius, estreno de Sony Pictures, tiene “escenas intensas de violencia, algunas imágenes atemorizantes y lenguaje fuerte breve”. Dura 104 minutos.