Ciudad de México. Aunque las trabajadoras sexuales trans siguen experimentando discriminación, extorsiones policiacas y diversas violencias, entre ellas la más extrema: el transfeminicidio, reconocen que algunas mentalidades están cambiando y destacan que gracias a las labores sexuales han podido pagar sus estudios, para poder dejar de ejercer esta actividad.
En el Día Internacional de la Visibilidad Trans, Alison Paulina, de la organización Amor, Diversidad, Inclusión y Apoyo (AIDA) dijo a La Jornada que con el trabajo sexual costeó sus estudios universitarios. “Tengo 10 años trabajando, y esto me ha hecho terminar una carrera, soy licenciada en Ciencias Políticas”. Prevé pronto dejar las labores sexuales y dedicarse a su profesión.
También destacó que, en el trabajo sexual, “no todo es malo, esto me hizo una chica empoderada” y resaltó que “estamos tratando de concientizar a la gente; que entiendan que somos personas normales, que tenemos los mismos derechos y las mismas responsabilidades”.
Casandra Manjarrez, del área de investigación de la Casa de las Muñecas Tiresias adelantó que muchas de sus “hermanas” asesinadas no tienen una sepultura digna, por eso “pronto vamos a tener la apertura de una tumba monumental para las compañeras caídas” que aún permanecen en congeladores.
Exigió que “nada de llamarnos mujercitos o mariconcitos, somos mujeres transexuales y pedimos respeto e inclusión”.
Previo a la primera marcha de trabajadoras sexuales trans, Sandra Bárcenas, de la Coalición de Trabajadoras Sexuales llamó a los medios a que “no nos maten dos veces: cuando nos asesinan, no digan que somos hombres de vestidos de mujeres, basta de estos discursos de odio”.
Al grito de “aquí está la resistencia trans” y “ni una asesinada más”, avanzaron desde el Hemiciclo a Juárez al Zócalo capitalino, e hicieron una parada en el Congreso capitalino, en donde demandaron legislación que les garantice inclusión laboral y respeto a sus derechos. También denunciaron ser víctimas de extorsiones, de violencia transfóbica de parte de algunos clientes: golpes, maltrato verbal y denostaciones.
Viridiana y Esmeralda, ambas de AIDA detallaron que además del trabajo sexual son estilistas y lamentaron la “discriminación” y la “burla”, pero reconocieron que mucha gente “se ha ido apaciguando” en esa materia.
Megan Yadira López, presidenta de la Asociación Lucha y Fuerza Trans, dijo a es medio que somos personas resilientes, que sobrevivimos; pese a ola de violencia seguimos aquí en pie de lucha”.
Alejandra Salazar, de Fuerza, Democracia y Diversidad destacó que “estamos celebrando por aquellas que ya no están, y las que estamos todavía” y contó que cada día “enfrentamos odio, corrupción y maltrato de todo tipo.
Con la pandemia “la situación se puso muy canija; muchas compañeras fueron corridas de los hoteles, no había trabajo, por lo que buscamos programas sociales. Muchas enfermaron, muchas murieron y muchas estamos resistiendo, así que recomendó que “si me vez en la calle no me agredas, si quieres ignórame, pero no me maltrates”.
Todas ellas laboran en Tlalpan, Insurgentes, Calzada Guadalupe y Avenida Ermita Iztapalapa.