Ciudad de México. Expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advirtieron de los riesgos de la construcción del Tren Maya, sobre todo en los tramos 4 a 7, por la falta de estudios de impacto ambiental y la ausencia de la consulta y consentimiento informado de las comunidades, ya que ahí residen 44 de 68 grupos etnolingüísticos. Precisaron que no están en contra del proyecto, sino que buscan que se tomen en cuenta los aspectos ambientales.
En el foro Tren maya, análisis de los impactos desde la academia convocado por el Seminario Universitario de Sociedad Medio Ambiente e Instituciones (Susmai) de la UNAM, Ana Esther Ceceña, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas sostuvo que para el plan se hizo una consulta a las comunidades, pero sin que éstas conocieran el proyecto ni los impactos que habrían, “cuando se hizo, la gente no sabía en qué consistía el proyecto ni el impacto, se hizo con comisariados ejidales que, se dijo, tenían intereses particulares”.
Señaló que “una obra de este tipo que afecta la vida de las comunidades, requiere el consentimiento explícito de las comunidades, ya que habrá despojo de tierras, directo e indirecto”. Precisó que “el tren no es sólo un tren, trae un conjunto de actividades y no se ha hecho estudio de factibilidad del proyecto”.
Recordó que “es una zona rica en petróleo, ahí está el 99 por ciento del petróleo del país, al lado de las selvas, donde comienza el tren maya y el corredor transístmico, esta idea de que es una de las zonas más ricas del país se debe tener en cuenta”. Además, dijo, hay zonas de importancia arqueológica en toda la región, muchas no están registradas y con el avance del proyecto han ido saliendo a la luz.
Advirtió que en Quintana Roo no sólo hay pequeñas pandillas sino los grandes carteles tienen presencia en la zona, “la gente queda en riesgo del crimen organizado”, hay desde trata de personas y todo lo que va de la mano con el turismo masivo y falta de respeto a las poblaciones locales.
Agregó que “el peso del tren es algo importante, si es rápido, de 200 kilómetros por hora de pasajeros y 160 de kilómetros el de carga, en un suelo calcáreo, quebradizo, esto no está contemplado”.
Rodrigo Medellin del Instituto de Ecología de la UNAM dijo que desde el principio no se conoció el plan ejecutivo del proyecto y en el tramo 5 que va de Cancún a Tulum es evidente el destrozo. “No hay Manifestación de Impacto Ambiental para ser consultada y que podamos ver las medidas de mitigación que pudieran resolver las preocupaciones, originalmente era entre las dos carreteras de cuatro carriles que conectan Cancún con Tulum, luego por los hoteleros, no por temas técnicos, se cambio el trazo a 5 kilómetros adentro de la selva”.
Apuntó que una sección del tramo 7, que va de Bacalar a Escárcega, estaba cerca de la cueva mas importante de murciélagos más grande de América Latina, donde residen alrededor de 3 millones de ejemplares y cada millón de ellos destruye 3 toneladas de insectos cada noche, entre ellos plagas de la agricultura. “Entiendo que se cambió el trazo y pasará detrás del cerro donde esta la cueva, lo cual traerá también destrozos en un corredor donde cruzan jaguares, es una zona cercana a Calakmul”.
Agregó que la Alianza nacional para la conservación del jaguar ha publicado artículos demostrando que la mayor cantidad de jaguares del país están en la península y buena parte en esa zona. Hay preocupación por la afectación a especies en riesgo de extinción, “cuando el proyecto entra a la selva, se generan impactos que ponen en más riesgo el futuro de la sustentabilidad de la península porque se afecta el acuífero. Es como un queso gruyere, una roca quebradiza, caliza, y ese queso está lleno de huecos que tienen agua, cuando cruzan la península no van a ver ríos y lagos, sino cenotes porque el agua es subterránea, es lo que da vida a la selva de la península y la biodiversidad”.
Se refirió a que “los programas de reforestación son para que los políticos se paren el cuello, desde hace muchos años, son relativamente baratos, nunca se les da seguimiento, y más del 90 por ciento de lo que se planta se pierde, no hay recuperación de nada”.
Por su parte, Luisa Falcón del Instituto de Ecología de la UNAM, dijo que más del 50 por ciento de manglares están a lo largo del litoral en la península. Se trata de una región heterogénea y hay que planear cualquier proyecto de acuerdo con las características del territorio, el flujo del agua es lo que permite la conexión de los ecosistemas, “cualquier proyecto como el tren maya se tiene que planear”.
Gustavo Alanís del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) precisó que el proyecto incumple con la legislación ambiental, ya que ésta plantea que se debe presentar el proyecto integral para la evaluación y esto no se hizo. Los municipios definen en sus programas de desarrollo urbano los usos de suelo y nadie ha dicho cómo es que el proyecto cumple con ellos.
Se desconoce si encaja con los Ordenamientos Generales del Territorio, que son un mapa ecológico de lo que se puede y no hacer, y tampoco hay información de la fauna, la riqueza biológica, y lo que se tiene que hacer para asegurar el menor impacto posible, agregó.