Pekín. El canciller ruso, Serguei Lavrov, habló ayer de un orden mundial más justo en colaboración con China, durante su primera visita a este país desde la invasión a Ucrania.
“Estamos viviendo una etapa muy seria en la historia de las relaciones internacionales”, declaró el jefe de la diplomacia del Kremlin, al inicio de una reunión con su homólogo chino, Wang Yi.
“Estoy convencido de que al final de esta etapa, la situación internacional será mucho más clara, y que nosotros, junto con ustedes y nuestros partidarios, avanzaremos hacia un orden mundial multipolar, justo y democrático”, señaló ante el ministro chino.
El gobierno de Pekín, que comparte con la Federación Rusa una abierta hostilidad hacia Estados Unidos, ha rechazado condenar la intervención militar de Rusia en Ucrania lanzada el 24 de febrero y ha denunciado las sanciones occidentales contra Moscú.
A comienzos de marzo, Wang Yi alabó lo que llamó una amistad “sólida como una roca” con Moscú, y defendió las preocupaciones “razonables” de Rusia en materia de seguridad.
Unas semanas antes de que comenzara la guerra en Ucrania, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue recibido calurosamente por su homólogo chino, Xi Jinping, en Pekín. Ambos celebraron una amistad “sin límites” y denunciaron la “expansión” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Lavrov llegó a la ciudad de Tunxi, que acoge una reunión hasta hoy de siete países vecinos de Afganistán (Rusia, China, Pakistán, Irán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán), indicó la embajada en la red social Weibo.
El jefe diplomático del régimen talibán de Kabul, Amir Khan Muttaqi, también está previsto que acuda a la cita, informó la agencia de prensa oficial china Xinhua.
En paralelo debe celebrarse una reunión de un mecanismo de consulta sobre Afganistán con la participación de diplomáticos de China, Rusia, Pakistán, pero también Estados Unidos, indicó Pekín.
Estos encuentros llegan una semana después de una visita del ministro de Relaciones Exteriores chino a Kabul, la primera desde la toma del poder de los talibanes en agosto pasado.
China comparte una pequeña frontera montañosa de 76 kilómetros a gran altitud con Afganistán.
Pekín teme que su vecino se convierta en una base en la retaguardia para los separatistas e islamistas de la etnia uigur, mayoritaria en la vasta región fronteriza de Xinjiang.