Si la reforma eléctrica presentada por López Obrador provoca convulsiones en los consorcios privados nacionales y foráneos que, gracias al erario y al régimen neoliberal, hacen jugosos negocios en ese sector (perderán todo tipo de privilegios, que son muchísimos), entonces habrá que estar atentos a los ataques de pánico y furia que en la clase política autóctona provocará otra iniciativa constitucional del Presidente: la electoral, que, entre otras cosas, propone reducir las inagotables prebendas y multimillonarias cantidades de las que gozan en ese mundillo, incluidos los partidos políticos.
En sus primeras pinceladas, el mandatario detalló el martes pasado que después del 10 de abril (revocación de mandato) enviará una iniciativa de reforma constitucional “para garantizar la democracia en México, que ya no haya jueces con actitudes tendenciosas en lo electoral; esto es, que no haya consejeros, que no haya magistrados que no tengan vocación democrática. Y también que se garantice el voto libre, secreto, que no haya fraudes electorales. Nosotros llegamos a la Presidencia luego de luchar muchos años y de padecer fraudes electorales, entonces tenemos que dejar consolidada la democracia. Y vamos a presentar esa iniciativa y lo vamos a hacer con la participación de todo el pueblo. Adelanto que voy a proponer que sea el pueblo el que elija a los consejeros electorales y a los magistrados de manera directa, con voto abierto. Se acabó –espero que se acabe– lo de los acuerdos cupulares contrarios al interés del pueblo”.
Ayer abrió el abanico un poco más: “que se propongan como candidatos a consejeros y magistrados a gente con vocación democrática y de inobjetable honestidad, que los hay en el país, y que con los tiempos que tiene el INE –no como ahora, que ya no quiero hablar del tema– se difunda quiénes son, verdaderamente independientes, ciudadanos íntegros, mujeres y hombres. Y estoy proponiendo que el Ejecutivo, cumpliendo con ese perfil, haga una propuesta de 20 (10 mujeres, 10 hombres); el Judicial lo mismo, el Legislativo, ya son 60, y a difundir quiénes son, a qué se han dedicado y que de ahí salgan los que van a estar en el consejo. No más cuotas”.
Agréguese el asunto presupuestal, el de mayor relevancia para los próximos a infartarse: “¿Por qué va a costar tanto (el aparato electoral) si podemos ahorrar la mitad? ¿Por qué 20 mil millones y no 10 mil? Cuesta mucho, es el organismo electoral (INE) más caro del mundo y además sin confianza. O sea, necesitamos dejar establecido un órgano que realmente haga valer la democracia en el país, que es fundamental, no regresar a los tiempos del fraude electoral”. Además, “¿para qué tantos diputados o tantos senadores? Estoy proponiendo la eliminación de los plurinominales”. ¿Y a los partidos políticos? También: recorte presupuestal. Otra: “vamos a analizar la posibilidad de que se federalice el proceso electoral, que sea un órgano federalizado el que lleve a cabo todas las elecciones, precisamente para que no haya doble gasto, porque hay duplicidad (órganos federales y estatales). Podría tenerse, si hay una reforma constitucional, un sólo órgano electoral federalizado. Entonces, agárrense, porque en breve veremos un sinnúmero de infartados en el mundillo político-electoral, al grito de “ni un peso atrás”: Lorenzo, Ciro y pandilla; los mafiosos “líderes” de las empresas privadas disfrazadas de partidos políticos; magistrados multimillonarios y conexos.
Las rebanadas del pastel
Fue costumbre de Manuel Espinosa Yglesias, otrora poderosísimo dueño de Bancomer, ofrecer un muy tempranero desayuno-conferencia de prensa tres horas antes de la inauguración de la convención nacional bancaria, en el que divulgaba todo tipo de “secretos de Estado”, dejando de lado al gobierno federal. En la de 1982, por ejemplo, anunció el retorno del Banco de México al mercado cambiario, del que esa institución se retiró el 17 de febrero para que el peso se “deslizara libremente” (léase se devaluara brutalmente). Y, en efecto, a eso de las 10 y pico de la mañana de ese mismo día, el presidente José López Portillo inauguró la convención y el secretario de Hacienda, Jesús Silva-Herzog Flores, confirmó lo dicho por el banquero. El poblano les apestó la fiesta, pero en aquel entonces los jilgueros ovacionaron al magnate, aunque, a la vuelta de los años resulta que aquellos que aplaudían a rabiar son los mismos que hoy ácidamente critican a López Obrador por “revelar secretos”, como el alza de la tasa de interés.