En una cápsula rusa Soyuz, junto con los cosmonautas Anton Shkaplerov y Pyotr Dubrov, el astronauta estadunidense Mark Vande Hei regresó ayer a la Tierra.
El trío, procedente de la Estación Espacial Internacional (EEI), de donde partió cuatro horas antes, aterrizó en una nave Soyuz MS-19 asistida por paracaídas en la estepa de Kazajistán, donde fue recuperado por personal de la agencia espacial rusa, Roscosmos.
Este viaje ocurrió en medio de fuertes tensiones por Ucrania entre Rusia y los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, que han puesto en entredicho varios proyectos en cooperación espacial.
A pesar de las crecientes tensiones, el regreso de Vande Hei siguió el protocolo habitual. Un pequeño equipo de doctores y otros empleados de la NASA estuvieron presentes en el aterrizaje y tenían previsto regresar de inmediato a Houston con el astronauta, de 55 años.
Antes del inicio de la incursión rusa a Ucrania, el 24 de febrero, Vande Hei señaló que evitaba abordar el asunto con sus dos compañeros rusos. A pesar de llevarse “fantásticamente (…) no estoy seguro de querer entrar en eso”, sostuvo.
Este fue el primer contacto con la gravedad para Vande Hei y Dubrov desde que partieron al espacio a bordo de una Soyuz el 9 de abril del año pasado. Shkaplerov llegó al laboratorio orbital en octubre acompañando a un equipo de grabación ruso para una corta estancia. Con la finalidad de acomodar esa visita, Vande Hei y Dubrov doblaron la duración de su estadía.
Antes de abandonar la central, Shkaplerov abrazó a sus compañeros refiriéndose a ellos como “mis hermanos y mi hermana del espacio.
“La gente tiene problemas en la Tierra. En órbita… somos una sola tripulación”, afirmó durante una emisión en vivo de NASA Tv el martes. El puesto orbital es un símbolo de “amistad y cooperación y (del) futuro de la exploración espacial”, añadió.
Vande Hei superó el anterior récord de la NASA de vuelo espacial individual más largo en 15 días: él estuvo 355. Dubrov entró entre los cinco primeros en Rusia, bastante por detrás del récord mundial, fijado en 437 días y 17 horas por un cosmonauta y médico a bordo de la estación espacial MIR en la década de 1990.
Las tensiones bélicas alcanzaron al ámbito espacial: se suspendió el lanzamiento de satélites europeos con cohetes rusos y el vehículo de exploración europeo-ruso que viajará a Marte se quedará en la Tierra dos años más.
En el puesto orbital siguen tres cosmonautas rusos que llegaron hace dos semanas y tres astronautas estadunidenses y uno alemán, que están allí desde noviembre. Sus remplazos arribarán en tres semanas a bordo de una nave de SpaceX. La próxima semana, otro cohete de esa empresa estadunidense llevará a tres empresarios y a un ex astronauta que los acompañará para una visita de una semana organizada por al empresa privada Axiom Space.
A inicios de marzo, Roscosmos publicó un video en el que bromeaba con la posibilidad de que el estadunidense se quedara en el laboratorio internacional en lugar de regresar a la Tierra a bordo de un Soyuz.
En este contexto de tensiones, el jefe de Roscosmos, Dmitri Rogozin, que multiplica las declaraciones nacionalistas en las redes sociales, afirmó a mediados de marzo que el funcionamiento de las naves espaciales rusas que abastecen a la EEI se vería perturbado por las sanciones occidentales contra Rusia.
Según él, eso podría provocar el “amerizaje o el aterrizaje de la central, que pesa 500 toneladas”.
La cooperación espacial entre Rusia y los países occidentales era una de las pocas áreas que no había sufrido demasiado las sanciones decretadas contra Moscú tras la anexión en 2014 de la península ucrania de Crimea.
Sin embargo, en las semanas pasadas, varios proyectos de cooperación se han visto afectados por la crisis de Ucrania.