Alejandra Cuevas solicitará al presidente Andrés Manuel López Obrador protección para ella y su familia.
Luego de un año y siete meses en prisión, ayer salió del penal de Santa Martha Acatitla, donde permaneció desde hace 528 días acusada por el titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, de homicidio por falta de cuidados para su hermano.
Horas antes de su liberación, el juzgado primero de distrito de amparo en materia penal en la Ciudad de México otorgó la suspensión provisional a Cuevas Morán y a su hija Ana Paula Castillo Cuevas contra cualquier orden de aprehensión, detención, retención, búsqueda, localización y comparecencia que se haya librado en su contra.
Poco antes de las 16 horas, Cuevas, quien vestía el uniforme beige reglamentario, cruzó la aduana del reclusorio: “Gracias a los medios de comunicación y a la sociedad civil que sin conocerme me han respaldado a mí y a mis hijos. Tengo la certeza de que sin ustedes el fiscal general de la República me hubiera sepultado para siempre en la cárcel con un delito que él fabricó, provocando un daño irreparable en mi familia y en mi vida”.
Agradeció al Poder Judicial “que al final del túnel haya velado por nuestros intereses, por nuestros derechos. Este agradecimiento no se lo extiendo al Poder Judicial de la Ciudad de México, pero sí lo hago al Poder Judicial de la Federación. A cada una y uno de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y desde luego a la presidencia de la Corte”.
Quiere reunión con AMLO
Agregó que a partir de hoy tiene el interés de que la reciba el presidente Andrés Manuel López Obrador “para respetuosamente pedirle que nos proteja de cualquier eventualidad futura a mi madre, a mis hijos y a mí, haciéndolo por la vía conducente, pero aprovecho la presencia de todos ustedes para expresarles que pediré la cita lo antes posible”.
Indicó que su vida cambió , ya que conoció las entrañas de la cárcel y escuchó el número interminable de injusticias de mujeres que llevan años que hoy podrían estar libres. “Desde que entré me percaté que todas las mujeres aquí somos invisibles. Nadie tiene voz, lo que junto a ustedes logramos visualizar sus casos y lograremos su liberación. Mi gran admiración por todas aquellas personas que sin conocerme me dan acomodo a mí y a mis hijos a través de mensajes, oraciones, cartas e ideas clamando todos los días ¡libertad para Alejandra! Que hoy ya es una realidad gracias a ustedes”.
Luego abordó una camioneta negra rumbo a su casa donde la esperaban su madre, familiares e hijos.