Las negociaciones de Rusia y Ucrania en la ciudad turca de Estambul terminaron este martes, según quiera verse, con una ligera esperanza de acuerdo que propicie un alto el fuego, y si no la paz duradera que todos querrían, una suerte de congelamiento del conflicto armado –el clásico ni guerra ni paz, sino…–, pero también con la sensación de que podría ser, cuando los jefes de los negociadores, los mandatarios Vladimir Putin y Volodymir Zelensky, evalúen costos y beneficios para su imagen de liderazgo, sólo una oportunidad más perdida.
Tampoco debe excluirse que la nueva propuesta ucrania haya despejado el camino para que Putin y Zelensky acepten reunirse y pongan fin a esta guerra. Al menos, el jefe de la delegación rusa, Vladimir Medinsky, calificó de “constructiva” esta cuarta ronda de negociaciones presenciales y dijo que las iniciativas ucranias serán estudiadas, puestas en conocimiento del titular del Kremlin y, a la brevedad, se dará a conocer una respuesta oficial.
Se considera una buena señal que el viceministro de Defensa, Aleksandr Fomin, miembro del equipo negociador ruso, haya afirmado que “para aumentar la confianza recíproca y avanzar en el diálogo” Moscú decidió “reducir de manera drástica las operaciones militares” en las zonas de Kiev y Chernikhov.
Es prematuro sacar conclusiones. Lo que sabemos es que las delegaciones rusa y ucrania se sentaron a negociar cara a cara, por primera vez en dos semanas, con un proyecto de acuerdo sobre la mesa, centrado en la neutralidad de Ucrania, a instancias del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien quería que nadie se levantara sin tener apalabrado un alto el fuego.
Kiev, a cambio de su estatus de neutralidad –que incluye renunciar al ingreso a la OTAN, a instalar bases extranjeras en su territorio y a no desplegar armamento ofensivo que pudiera ser considerado por Rusia como una amenaza–, pide un tratado de garantías de seguridad, avalado por los respectivos Parlamentos y una cumbre internacional que asumiría el compromiso de que se cumplan las obligaciones firmadas.
Ucrania exige que los cinco países miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia), así como Alemania, Canadá, Israel, Polonia y Turquía, se conviertan en garantes del acuerdo y, en caso de no respetarse, estén dispuestos a enviar armas y material de defensa, en una versión adaptada del artículo quinto de la carta de la OTAN, pero sin mandar tropas.
Ese proyecto de acuerdo, conforme se comenta, excluyó tres de las exigencias iniciales del Kremlin: desmilitarizar y desnazificar Ucrania y reconocer el idioma ruso como oficial. Sin éstas, quedaron otras igualmente complicadas, Crimea y el Donbás.
Respecto a la primera, Moscú quiere que Crimea sea reconocida, sin más, como parte de Rusia, capítulo cerrado e innegociable. Kiev propuso este martes que el estatus actual de Crimea se mantenga, comprometiéndose por escrito a no intentar recuperar por la fuerza la península durante quince años, mientras sugiere continuar negociando qué hacer con ella (dejarla como parte de Rusia; devolverla a Ucrania; o definir una forma de administración compartida que no afecte a sus habitantes y permita a Moscú y Kiev no verse como perdedor).
No menos controvertido parece el futuro del Donbás, que Rusia insiste en que Ucrania acepte como regiones independientes en los límites constitucionales que tenían en 2014 y Kiev considera parte inalienable del territorio de Ucrania.
Para rusos y ucranios, el futuro de Crimea y el Donbás es una suerte de callejón sin salida, por lo cual si realmente se quiere detener esta guerra habría que apartar estos dos puntos polémicos y, después de declarar un alto el fuego, seguir negociando cada uno de estos espinosos temas.
Pero incluso en esto no es fácil ponerse de acuerdo: ¿alto el fuego con tropas emplazadas en el sitio donde estaban al momento de cesar las hostilidades?, sostienen los rusos, O ¿retirada de tropas de todo el país una vez logrado el armisticio?, demandan los ucranios.
Kiev tiene claro cuál sería la secuencia, en caso de que el Kremlin acepte su propuesta: declarado un alto el fuego, tiene que llevarse a cabo un referendo, en el cual todos los ucranios deben expresar su opinión sobre los puntos pactados, y si se aprueban, el Parlamento de Ucrania y los legislativos de los diez países garantes deberán ratificarlo.
“Sólo de esa manera se podrá saber que la sociedad y la comunidad internacional respaldan los entendimientos firmados y habrá un verdadero consenso”, explicó este martes Mikhaylo Podolyak, vocero de los negociadores ucranios.
El mediador de estas negociaciones, el presidente turco Erdogan, en declaraciones a la prensa, se mostró confiado en que rusos y ucranios puedan entender que “en una paz justa y equitativa nadie puede ser considerado perdedor”.
Erdogan basa su optimismo en que “continuar la guerra no es del agrado de ninguna de las partes y un alto el fuego inmediato beneficiaría a todos”.
Ucrania afirma que expulsó fuerzas rusas de áreas clave alrededor de la capital, Kiev, y en el noreste del país, mientras los violentos combates son el telón de fondo para las primeras conversaciones frente a frente para un alto al fuego en casi 15 días. Vía Graphic News.