No visitaba la ciudad de Oaxaca desde principios de febrero de 2019, cuando el artista y mecenas Francisco Toledo me invitó a participar en el encuentro de comunidades indígenas que él patrocinó. La logística estuvo a cargo del licenciado José Luis Bustamante del Valle. La finalidad: analizar los megaproyectos que el gobierno federal tenía en marcha. En especial, el Corredor Transístmico y el Tren Maya. Entre los invitados también estuvo el doctor Salomón Nahmad. Y por causas ajenas a su voluntad, lamentamos la ausencia de Gustavo Esteva, el amigo y promotor incansable de las mejores causas en pro de un México más justo, en especial con las comunidades agrarias.
En esa visita, el edil de San Pablo Mitla, ingeniero Alejandro Ruiz Acevedo, me refirió la campaña que presidía para reabrir el museo que albergará nuevamente la espléndida colección de arte zapoteca y mixteca que reunieron Erwin Robert Frisell y Howard Leigh a mediados del siglo pasado, y que donaron a esa población. Sería otro atractivo, y muy importante, para admirar la segunda zona arqueológica más sobresaliente y visitada del estado de Oaxaca; agreguemos que Mitla cuenta con una declaratoria de la Unesco por las cuevas prehistóricas donde se comprobó que hace 10 mil años los nativos domesticaron el maíz.
Después el covid impidió visitar Mitla. A principios de este mes pude hacerlo y enterarme de los problemas y logros obtenidos allí. El municipio cuenta con más de 13 mil 500 habitantes que dependen básicamente del sector turístico, la elaboración de mezcal y las artesanías textiles de gran belleza. La Mitla de hoy es muy diferente a la que conocí años antes. Hay cambios muy importantes logrados durante la gestión del ingeniero Ruiz Acevedo (2017-2021), comenzando por la amplia calzada de acceso al centro urbano, pero fundamentalmente los que están vinculados con el medio ambiente, los recursos naturales y el calentamiento global.
Cito las obras para la captación de agua. Hace cinco años apenas se abastecía a 3 mil habitantes; hoy, como mencioné, son más de 13 mil 500. Gracias a la rehabilitación de pozos y galerías filtrantes, así como a la construcción de siete presas con capacidad para almacenar entre 18 mil y 150 mil metros cúbicos, se recargaron los mantos acuíferos (algunos hogares cuentan con pozos a cielo abierto) y es posible abastecer del líquido hasta 20 mil personas. A la par, dispone de un sistema de tratamiento de sus aguas residuales, antes vertidas al río Salado que contaminaba.
Otro logro es la recolección y destino final de la basura generada por sus pobladores y las actividades económicas. Mitla es uno de los pocos municipios que realiza una recolección, separación y la disposición adecuada de la basura que no puede reutilizarse. Además, la basura no reina en las calles y lugares más frecuentados. Esto contrasta con el panorama que se tiene en la mayoría de las poblaciones del país.
El ordenamiento urbano logrado en el último quinquenio, la renovación de fachadas de casas y comercios, además de los avances en asuntos vinculados con el medio ambiente, tienen reconocimiento nacional e internacional. Hoy Mitla es uno de los Pueblos Mágicos y hace parte de la Organización de Ciudades del Patrimonio Mundial (OCPM). Asimismo, realiza actividades para diversificar las vinculadas con el turismo, de tal forma que no se concentren en la zona arqueológica la producción de mezcal y las artesanías. Destaca también el establecer una agenda verde en el amplio sentido del concepto.
Nada fácil de lograr, pues uno de los problemas que me plantearon los líderes comunales es la necesidad de garantizar el buen estado del área natural de reserva del municipio, que abarca casi la mitad de su extensión territorial. Es un espacio fundamental por su biodiversidad (allí viven el jaguar, el puma, el tigrillo, el lince y el leoncillo, por ejemplo), el papel que cumple en la recarga de los acuíferos y la regulación del clima.
Y otro tema, que por su importancia y extensión abordaré posteriormente, es la reapertura del museo con las colecciones de arte zapoteco y mixteco de Erwin Robert Frisell y Howard Leigh. Ambos donaron ese invaluable tesoro a la villa de Mitla. Contra toda ley, está en otras manos, como lo demuestran los documentos en poder de la Asociación Cultura Pro Museo Frissell. Es hora de regresarlas al lugar que dichos coleccionistas siempre desearon.